Mateo Marco Amorós / Bardomeras y meandros
Joaquín Marín / Fotografía
En estos tiempos en los que tanto nos preocupan las noticias falsas y su difusión viral, traemos el caso que trató Francisco Herranz en un artículo publicado en LA AVENTURA DE LA HISTORIA (nº 268, febrero de 2021), descubriéndonos que las fake news, que los bulos, no son novedad.
Corría el año 1835 y el diario neoyorkino «The Sun», un diario muy popular, tomando la información del escocés «The Edinburgh Courant», hablaba de la existencia de vida inteligente en la luna, también de la presencia en el satélite de animales similares a los bisontes, cabras, castores bípedos, unicornios y otros bichos extraños. Una información que dosificada en seis entregas mantuvo la atención de los lectores. Describiendo a los selenitas como seres con rasgos de orangután de un metro veinte de altura, cabello corto y brillante, de color cobrizo y alados con membranas sin pelo. Seres a los que Sir John Herschel había nominado «vespertilio homo», hombre murciélago. Esto es, remedo de Batman antes que Batman. Herschel era miembro del equipo científico que acompañado por su alumno y doctor, Andrew Grant, habían descubierto lo publicado valiéndose de un potente telescopio instalado en el cabo de Buena Esperanza. En la última entrega se citaba la existencia de otros humanoides, más altos que los vespertilios y mejorados. La investigación no había podido continuar porque el sol, convirtiendo el telescopio en lupa, había provocado un incendio, destruyéndolo. Pronto sería reparado.
A pesar de que la patraña fue denunciada por un periódico rival, demostrándolo con argumentos y hasta con la propia confesión del autor de los artículos, Richard Adams Locke, la noticia se propagó por toda Europa, presentándose personas que, como suele pasar con muchas mentiras, corroboraban lo publicado. Porque testimoniando sobre cosas que no han sido, hay quienes juran haberlo visto dando detalles hijos de la imaginación.
El domingo veintisiete de marzo de 1836, «El Español», diario madrileño, bajo el título «Habitantes en la luna» informaba sobre la obra «Grandes descubrimientos astronómicos» que, editada en La Habana, recogía lo observado por John Herschel desde el telescopio instalado en Sudáfrica. Y era mentira. Nada nuevo bajo el… Bajo la luna.
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