Representación
Mateo Marco AmorósLo dicho: La noche del veintidós de enero de 1917 se estrenaba en el Teatro Circo de Orihuela «Los nietos de la Armegola», drama histórico de Rufino Gea. La obra se desarrolla en Orihuela en el periodo de las Germanías, cuando algunos ciudadanos se sublevaron contra la nobleza reivindicando comprometidos derechos civiles. La sublevación fue duramente reprimida en agosto de 1521 por los representantes del poder real en connivencia con la nobleza contestada, saqueo incluido de la ciudad durante un mes.
En el siglo XIX, los episodios agermanados habían servido de argumento al dramaturgo Antonio García Gutiérrez (1813-1884). Así por ejemplo en «El encubierto de Valencia», obra de 1840. Así en «Juan Lorenzo», obra de 1865. Teatro romántico donde se enaltecen valores liberales. Trufado, como en el caso de «Juan Lorenzo» de tramas amorosas, como imitará Gea en «Los nietos de la Armengola». Recordamos que para saber más sobre esta obra existe un artículo publicado por nuestro amigo Carmelo Illescas en la revista de 2010 «Orihuela. Fiestas de la Reconquista. Moros y Cristianos».
Los personajes principales son: Antón Sánchez, maestro zapatero y agermanado; su hija Teresa, joven enamorada de Juan Palomares, también agermanado; La Parracha, cabrera, fuerte mujer, briosa, ejemplo de ímpetu, espíritu de Armengola; Julián Gil, oficial fiel de Antón, enamorado y protector de Teresa; y el lego Mingo, frailecillo de San Gregorio, personaje bufo y anacrónico que pespuntea con alguna nota de humor el drama.
La obra de Rufino Gea, trasnochada respecto a sus modelos nacionales como sucedía en entresiglos con los escritores de provincias, normalmente a remolque y a la penúltima de vanguardias, contiene elementos y guiños para el gusto popular: pasión, traición, fidelidad, devoción a la Patrona, heroísmo, referencia a hechos de orgullo local como el caso del alférez ahogado en el río por el lastre de la bandera… Consiguiendo convertir en gesta lo que fue derrota. Esto salpicado de parlamentos populares como el que pronuncia Antón Sánchez en el acto primero y que mudando nombres recibiría hoy –como entonces– fuerte aplauso del público: «[…] pero estamos aburridos / de sufrir las vejaciones / de esos grandes señorones, / que siempre más engreídos, / sin temor a Dios ni al rey, / al pobre pueblo escarnecen, / y la justicia envilecen / atropellando la ley. / […] Ellos burlan la justicia, / amontonan beneficios, / y sacian en los oficios / de sus deudos la codicia.»
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