Llengua
Mateo Marco AmorósLeyendo el opúsculo sobre los obispos de Orihuela, facsímil del publicado en 1886 como folletín del «semanario enciclopédico» oriolano «La Crónica», bajo el detallado título, muy al estilo de la época, de «Biografías de los Reverendísimos é Ilmos. Sres. Obispos que han gobernado y regido la Diócesis de Orihuela, desde que en ella fue erigida la silla episcopal desmembrada de la de Cartagena; con un resumen histórico de la Iglesia Catedral de esta ciudad», leyéndolo, se nos recuerda que entre las consideraciones que justificaron la concesión del obispado para Orihuela en 1564 estuvo la de la diferente lengua respecto a Murcia: «[…] hasta que allanándose dificultades en tiempo del Rey D. Felipe II, á petición suya, el Papa Pío IV, considerando que esta ciudad era Gobernación, y Baylia General de por sí, distinta y apartada de la ciudad de Valencia, y ciudad ilustre de casas nobles y solares antiguos; reino diferente del de Murcia, con leyes, fueros, estatutos y lenguaje diferente, y de particulares costumbres, la erigió en Catedral á 14 de Julio de 1564, día de S. Buenaventura».
«Y lenguaje diferente…» Así era por los siglos según nos enseña el profesor Millán en un artículo rescatado, corregido y aumentado sobre el uso del catalán en la Gran Ciudad. En 1984, Jesús Millán, en el marco de la campaña «Carles Salvador» de cursos de catalán en Orihuela, publicaba un estudio sobre «La lengua catalana en Orihuela, ss. XIII-XIX. Testimonios y comentarios». Ahora, con motivo de la jubilación en la Universidad de Alicante del profesor Francisco Gimeno lo ha corregido y aumentado, editándolo en catalán [Véase en Brauli Montoya Abat i Antoni Mas i Miralles (Eds.): «Studia Linguistica in honorem Francisco Gimeno Menéndez, Universitat d’Alacant, 2013, pp. 285-305].
La investigación de Millán recoge hasta treinta ejemplos, algunos curiosísimos, que demuestran la paulatina presencia, supervivencia, decadencia y desaparición del catalán o valenciano en Oriola/Orihuela. De ser lengua de uso común a ser curiosidad. De sobrevivir en lo oficial hasta perderse de lo oficial. De ser orgullo de identidad a ser curiosidad antropológica, folklore. De dominio, a extrañeza. Patrimonio acaso perdido.
Habiendo sido seña no está mal que se cultive. Iniciativas como el aula de conversa en la Biblioteca Municipal María Moliner son loables para encontrarse con una lengua que fue en la ciudad y de los ciudadanos. Más allá de los requisitos oficiales y políticas lingüísticas que tantas veces nos la alejan.
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