Tomicus
Mateo Marco AmorósSi no fuera porque es tragedia, disfrutaríamos en nuestros montes de la Vega Baja de un paisaje otoñal que se nos ha pintado de bosque caducifolio. Pero esas hojas, agujas que se amustian y se convierten en marrón, rojizo o ceniza, no se renovarán con la primavera. Porque no son solo hojas muertas por caducidad, sino hojas muertas de un árbol muerto caducado. «Tomicus destruens» según la clasificación de Wollaston o «Tomicus piniperda» según Linneo, son los nombres científicos del coleóptero responsable del estrago. Conocido vulgarmente como blastophagus o barrenillo, así actúa: como barrena. Un folleto de la Junta de Andalucía nos informa:
Las larvas, ápodas, de unos cinco milímetros de tamaño, se alimentan abriendo bajo la corteza galerías que tienen forma de espina de pescado. La savia y el agua no pueden circular por el tronco y el árbol muere. Los adultos son escarabajos cilíndricos, cabeza y tórax de color negro acharolado. Las alas, de color marrón rojizo o más oscuras. Las patas de color castaño, pequeñas. La cabeza también pequeña y con antenas terminadas en maza ovoide. Como tantos insectos son prolíficos. En cada puesta el número de huevos oscila entre sesenta y doscientos y, durante el invierno, una sola hembra realiza varias puestas. Son precisamente las hembras adultas las que inician la galería y construyen una cámara nupcial donde copulan con el macho. Entonces, continúan labrando la galería de hasta veinte centímetros de longitud y tres milímetros de ancho, haciendo a cada lado de la galería hendiduras de un milímetro, separándolas un milímetro, donde colocarán los huevos. La función del macho, además de copular, es expulsar el serrín e impedir la entrada de intrusos. Las larvas desarrollan galerías perpendiculares a la galería madre. La cría –o imago inmaduro– sale de la cámara a través de unos agujeros en la corteza, vuela hacia árboles sanos para alimentarse de los brotes. Adulto, se introduce en los ramillos y… Vuelta a empezar.
Entre otros factores, la sequía o restos de cortas favorecen la plaga. Esto y otras desgracias que debilitan las pinadas. Ya se sabe: «A perro flaco…».
Mediante la resina, el árbol se defiende. O lo intenta. Para combatirlo se recomienda, antes que tratamientos químicos, la eliminación de pies afectados y la colocación de pilas cebos. Lo que no sabe es qué hacer con la incompetencia entre administraciones. Tuya mía, mía tuya, la responsabilidad… Casa sin barrer. Bosque muerto.
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