Vaciando el aire de las caracolas…LIV

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Citas

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Mateo Marco Amorós
 

Seix Barral. Barcelona. Primera edición, febrero de 2013. Colección Biblioteca Breve. Título: «Todo lo que era sólido». Autor: Antonio Muñoz Molina. Capítulo sesenta y cinco. Página ciento cincuenta y siete. De la quinta a la decimosegunda línea. Dos puntos: «El alcalde de Catral, en Alicante, es acusado de un delito de prevaricación por autorizar la construcción de 1.270 chalets en suelo no urbanizable y sin licencia. La empresa constructora pertenece a su hermana. Imputado el alcalde de Orihuela, que vivía en un chalet y conducía un Rolls Royce propiedad de un constructor beneficiado por la adjudicación de suelo no urbanizable.»

Esto, negro sobre blanco, aparece publicado entre una nómina de casos de corrupción que recorre la España insular y peninsular. Andratx y Santa Margalida –o Marguerida dice– en Mallorca; Alcaucín, Alhaurín de la Torre, Alhaurín el Grande, Estepona y Marbella en Málaga; Murcia en Murcia; Canarias; Pontevedra en Pontevedra; Valencia en Valencia; Camas en Sevilla; Ciempozuelos en Madrid; Las Navas del Marqués en Ávila; Llíber, Catral y Orihuela en Alicante.

El elenco, enumerado un caso tras otro, emborracha. Y da ganas de vomitar. Y es sólo un capítulo. Y no es el único capítulo donde aparecen casos y casos de corrupción. Y en otras partes del libro, también se traen ejemplos de despilfarro administrativo de los años que creíamos vivir en Jauja. Sin duda «Todo lo que era sólido» de Antonio Muñoz Molina es un libro lúcido pero triste. Y en esta tristeza están como ejemplo, Catral y Orihuela. También Pilar de la Horadada. Éste en el capítulo cincuenta y ocho. Página ciento cuarenta y cinco. Líneas quince y dieciséis. Para recordarnos que «se construyen 5.200 viviendas sobre 2.600.000 metros cuadrados de suelo rústico.»

Ahí están entre otras. Y no están todas las que son. No están todas porque no caben. Las que están son muestra de la podredumbre. De la podre. Porque la corrupción es gangrena que se alimenta frustrando esperanzas, aquellas que tuvimos cuando la transición. Entonces, cuando la transición, nos creíamos que la democracia, por sí misma, iba a traer la limpieza en lo público. Olvidábamos nuestra historia en la que también con democracias más o menos representativas habían existido igualmente los hedores de la corrupción. Minando como minan cualquier sistema. Socavándolo en sus fundamentos. Debilitándolo. Como carcoma que destruye una estructura fundamental para la solidez de una techumbre. Como minado de humedades que ataca los cimientos.

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