Exposición
Mateo Marco AmorósQuién mejor podrá juzgarnos que V. M. que ha orado en nuestros templos y recorrido las extensas bóvedas de nuestro antiguo Seminario; quién mejor que V. M. que contemplando desde sus elevadas plazas el magnífico panorama de nuestra vega, ha tenido ocasión de observar más de una vez las condiciones topográficas de nuestro país y de esa multitud de pueblos que se agrupan al rededor de la Ciudad como los hijos al rededor de su madre?»
Vuestra Majestad –estamos en 1882– es el rey Alfonso XII y quienes con tono petitorio se dirigen a él son el Ayuntamiento y pueblo de Orihuela. El fragmento pertenece al documento que la ciudad remitió a la corona bajo el título «Exposición que el Excelentísimo Ayuntamiento de Orihuela elevan a S.M. el Rey con motivo de la traslación de la Silla Episcopal solicitada por el Ayuntamiento de Alicante», publicada en Orihuela en la imprenta de Cornelio Payá en 1882 (Véase la edición facsímil por Librerías París-Valencia, Valencia, 1994).
Antes, el 16 de marzo de 1851, reinando Isabel II, España renovaba el Concordato con la Santa Sede. El Pontificado lo ocupaba Pío Nono. Este Concordato suponía una compensación del gobierno moderado a una Iglesia dolida por políticas liberales precedentes como la Desamortización y supresión del diezmo. El gobierno, buscando la conciliación con Roma, procuró una dotación generosa para mantenimiento del culto y del clero, amén de otros beneficios y privilegios: reafirmación de la confesionalidad católica del Estado –ya reconocida en la Constitución de 1845–, control sobre la Enseñanza…
Pero el Concordato en su artículo quinto también obligaba a una reorganización de las diócesis que afectaba a Orihuela. Dicho artículo dice: «En atención a las poderosas razones de necesidad y conveniencia que así lo persuaden, para la mayor comodidad y utilidad espiritual de los fieles, se hará una nueva división y circunscripción de diócesis en toda la Península e islas adyacentes.» Y más adelante: «La silla episcopal de Calahorra y la Calzada se trasladará a Logroño, la de Orihuela a Alicante, y la de Segorbe a Castellón de la Plana, cuando en estas ciudades se halle todo dispuesto al efecto y se estime oportuno, oídos los respectivos prelados y cabildo.»
Si en 1851 reaccionó Orihuela contra el traslado dirigiéndose a Isabel II, igual será en 1882, instando a su hijo Alfonso XII, cuando Alicante reclamara el cumplimiento del Concordato. Ahí la exposición. Ahí la rivalidad.
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