Agatángelo
Mateo Marco AmorósHay nombres que se pierden o se convierten en infrecuentes. Por ello resultan curiosos. Sirva de ejemplo el de Agatángelo. Nombre que si en algún momento tuvo alguna vigencia por estas tierras, hoy es nombre desusado. Aun siendo patrón de Elche. Aun siendo oriundo de Orihuela según algunas tradiciones.
Respecto a su lugar de nacimiento Ernesto Gisbert en su «Historia de Orihuela» lo cataloga entre los mártires locales, apostillando que es «santo que nos disputa Elche». Para argumentar la naturaleza oriolana del santo, Gisbert informa que en 1745 el obispo Gómez de Terán le dedicó un sermón panegírico. Dicho discurso se publicó en Valencia con el título «Sermón del Sr. S. Agatángelo mr. dignísimo hijo de la Muy N. y Muy L. Ciudad de Orihuela». También cuenta Gisbert que el mismo obispo mandó colocar en el crucero de la Iglesia del Seminario el retrato del santo mártir junto con los de santa Eulalia, santa Corona y santa Bibibina, igualmente consideradas como naturales de Orihuela por los cronistas.
A pesar de las tradiciones, ni ilicitano ni orcelitano ni alicantino parece el origen de san Agatángelo. El investigador Joan Castaño i García, en un documentado y bello artículo publicado en 2001 en «La Rella», revista del Institut d’Estudis Comarcals del Baix Vinalopó, concluyó sobre el mártir lo siguiente: Que según los repertorios de la Iglesia existió un santo denominado Agatángelo. Que nació en Ancira –actual Ankara– en el siglo III y que fue martirizado a principios del siglo IV junto a san Clemente, su maestro. Que no se conoce ninguna vinculación con la Illici romana, ni siquiera con Hispania. Que dicha vinculación se debe al «Martyrologium Hispanum» de Tamayo de Salazar, obra impresa en 1651 donde se indica que la madre del santo mártir era ilicitana. Obra criticada por la comunidad científica por sus falsedades. Que a partir de este «Martyrologium» de Tamayo, Elche, Alicante y Orihuela –disputándose ser las herederas de la Illici romana– se postularon como patria del santo; honrándolo y venerándolo las tres pero sin poder probar el origen ninguna. Que esta rivalidad era reflejo de otras rivalidades. Especialmente entre Elche y Alicante. Y que la tardía difusión de la tradición, su artificiosidad y la falta de testimonios fiables explica el escaso arraigo popular y la escasa devoción al santo.
A principios del siglo IV, Agatángelo fue lapidado, azotado, atormentado con pinchos ardientes y, ante su extraordinaria resistencia, decapitado.
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