Carpanta
Mateo Marco AmorósConsumido un ajetreado y caluroso verano, nos apetece decir «¡Feliz Navidad! ¡Feliz Año Nuevo!». No, no nos hemos perdido en el calendario ni nos hemos vuelto locos. Resulta que hace unas semanas, viajando de aquí para allá por aquello de exprimir al máximo lo poco que nos quedaba de vacaciones, nos entretuvimos en Biar y, estando en Biar, que es población alicantina con muchas maravillas y encantos de arquitecturas y gentes, es obligatorio detenerse en el Carpanta Burger a la hora de la merienda. Biar, carrer Sant Pere, barrio de Santa Lucía. Subiendo desde Villena, un poco antes de entrar en la población. A mano derecha.
En el Carpanta Burger tienen la bendita costumbre de renovar los adornos navideños de Nochebuena a Nochebuena. Manteniéndolos todo el año. Por ello, árbol de Navidad, guirnaldas, bolas, figuras de Papá Noel y demás conforman la decoración permanente del local. Es por esto por lo que, aun en junio, julio, agosto, septiembre… En cualquier época del año, entramos en el local y… ¡Feliz Navidad! ¡Feliz Año Nuevo!
El Carpanta Burger es feudo de Pepón Gandía que, como los Gandía criados en torno a la hacienda villenense de «Quitapesares» –en el Prado de la Villa–, tiene las bondades del campo nutricio e inteligencias bohemias. Inteligencias bohemias y sensibilidades alimentadas en las puestas de sol, Cabezo Redondo a la vista, que dilatándose reverbera los oros, los yesos y las sales milenarios. Y Pepón Gandía lo mismo trabaja la plancha como un chef digno de estrellas Michelín, haciendo bocadillos y platos de cosecha propia deliciosos, que te canta un fragmento de ópera, recita un papel teatral, filma un corto surrealista o… O te mantiene la decoración navideña todo el año. Polivalente y genial, Pepón Gandía tiene la empatía del hombre tranquilo. Y es lo que siempre transmite: tranquilidad. Una tranquilidad que es dulce bondad. Su físico gigantón resulta paradoja de su delicadeza.
Como paradoja, acaso, resulta el nombre del local, Carpanta, haciendo honor a ese personaje de cómic que el dibujante Escobar bautizó con una palabra que coloquialmente significa «hambre violenta» y que en cada historieta intentaba, con mayor o menor éxito, saciar su insaciable apetito. Un personaje que venía a encarnar las hambres de la larga posguerra española. El Carpanta Burger, con sus especialidades, resultaría paraíso para Carpanta. Y además a un buen precio de posguerra. Precio anticrisis que se dice ahora cuando las crisis.
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