Pro ciudad
Mateo Marco AmorósEn Orihuela, antes de las elecciones locales, un grupo de ciudadanos decidió embarcarse en una plataforma reivindicativa en pro de la construcción de una ciudad deportiva. Hasta la fecha los pasos dados están calando en la sociedad oriolana. La redacción de los documentos titulados «Manifiesto» y «Exigencias», la recogida de firmas –ya más de 6.000–, la presencia en los medios de comunicación, la creación de blog y página en facebook –páginas, por cierto, bien cuidadas en forma y contenidos–, actuaciones varias… todo está evidenciando la necesidad y justicia de lo reivindicado. Como la ilusión de una ciudadanía ante un proyecto que tiene que ser.
La solidaridad de la gente con la iniciativa está resultando una hermosa suma de solidaridades, destacando la participación de atletas aficionados y profesionales, atletas consagrados y de futuro, testimonios y experiencias que revelan una meritoria actividad deportiva en Orihuela que no se corresponde con las escasas infraestructuras.
Como runrún constante, como rumor de río en crecida, sin desbordarse, la ciudadanía se suma a la reivindicación. Sin desbordarse porque el cauce construido está conformado con inteligencia. La reivindicación viene de lejos pero había que encauzarla. Estaba dormida o mareada entre las diferentes ubicaciones que se han propuesto en estos años, convirtiéndose para la política local en piedra de Sísifo que culminando vuelve a precipitarse. Y vuelta a empezar.
Al respecto de la ubicación del polideportivo, alguna vez hemos comparado el devenir del proyecto con la cuadriga de la Puerta de Brandenburgo. A saber, el carro que corona la puerta berlinesa se trasladó a París cuando Prusia fue derrotada en 1806 por las tropas napoleónicas en la batalla de Jena. Tras la caída del Emperador, vuelta a Berlín. Durante la Guerra Fría, con la división de Berlín y la construcción del muro, giraron la escultura hacia la parte soviética, recuperando su disposición original tras la caída del muro y unificación alemana. Así, el carro, siendo escultura, ha recorrido más kilómetros y se ha movido más que si fuera de verdad.
Así también nuestro proyecto de ciudad deportiva que ha variado su ubicación en diferentes legislaturas. Pero pasan las mismas y ningún ladrillo puesto. Algunos ya lo ven como quimera. La virtud de esta plataforma reivindicativa es haberla despertado marginando partidismos. Porque no hay color político en lo necesario. ¡A ver si de una vez pudiera empezar a ser! Sean entonces nuestras humildes palabras, grano de arena.
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