Consejo
Mateo Marco Amorós
El 28 de febrero de 1991 –ya ha llovido desde entonces– la Plataforma por la Paz de Villena nos invitó a dar una conferencia sobre «Cultura islámica y cultura occidental». Fue en la Casa de la Cultura. Teniendo presente la Guerra del Golfo de entonces, quisimos, frente a la guerra, un acercamiento entre civilizaciones basándonos en experiencias históricas. Por ello decíamos que si es cierto «que a lo largo de la historia ha habido graves momentos de tensiones entre el mundo occidental y el mundo islámico (…) no menos cierto es que también han existido íntimas relaciones entre ambas culturas, florecientes períodos de intercambio y convivencia, creaciones mutuas, diálogos intensos que han propiciado el entendimiento solidario llegando incluso a influirse uno a otro y dando lugar a importantes realizaciones que han repercutido positivamente en el desarrollo de la humanidad.» Lo que pretendíamos era demostrar que más que culturas diferentes, para algunos antagónicas, se trataba, por su influencia y correspondencias mutuas, de culturas convergentes. Buen ejemplo de ello era la España musulmana, al-Andalus. El propio pacto de Tudmir, con sus limitaciones, fue un ejemplo de convivencia en la diversidad. Por desgracia, serán en el futuro las intolerancias extremistas de almorávides y almohades las que quiebren la concordia.
A raíz del atentado en Francia contra la revista «Charlie Hebdo» nos venía a la memoria esta conferencia y la frustración porque las esperanzas de un acercamiento y entendimiento no fueran. Y otra vez se priorizaran las diferencias y, en parte, se reeditaran, generalizando injustamente, fobias y prejuicios contra el Islam. Como con dolor hemos escuchado y leído estos días en los medios.
Precisamente terminábamos aquella conferencia con un bello texto del siglo XI escrito por el rey poeta al-Mu’tamid, que si bien él lo escribía como reproche a su hijo al-Radi por escaquearse de la expedición contra Lorca fingiéndose enfermo, expedición que tuvo que dirigir al-Mu’tadd, hermano de al-Radi, y resultó fracaso, nosotros más que como reprimenda lo aceptamos como consejo que dice así:
«El poder está en las páginas de los libros. ¡Guárdate de conducir a los ejércitos! / Da vueltas alrededor del pupitre, como buen musulmán, y vuelve para hacer la despedida de los púlpitos. / ¡Ve hacia el ejército de los conocimientos, para derrotar al sabio especulador! / ¡Golpea con la punta de los cálamos, para lograr la victoria sobre los tinteros! / ¡Corta con el abrecartas, en vez de hacerlo con la espada! (…).»
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