Arqueólogos estudian las consecuencias sociales que trajo el registro de varios seísmos en el yacimiento fenicio del Cabezo Pequeño del Estaño de Guardamar
Hay fenómenos naturales cuyas consecuencias se dejan notar en el quehacer diario de las sociedades que las sufren. Y esto es precisamente lo que están estudiando arqueólogos de las universidades de Alicante y Murcia junto a algunos voluntarios de Guardamar y Torrevieja en el yacimiento fenicio del Cabezo Pequeño del Estaño en Guardamar.
El equipo investigador, capitaneados por el profesor de la Universidad de Alicante (UA) Fernando Prados y el Director del Museo Arqueológico de Guardamar (MAG) Antonio García, comenzaron el pasado 6 de junio la primera fase de sus pesquisas. Y el objetivo de estas es documentar y fechar las diferentes reestructuraciones desarrolladas en el yacimiento de estudio como consecuencia de algunos seísmos coetáneos a la vida en el núcleo amurallado del Cabezo Pequeño del Estaño.
Los terremotos, según indican los investigadores, afectaron a una serie de espacios públicos y estructuras urbanas adosadas a la muralla de casamatas en la ladera occidental del yacimiento fenicio. Esto ocasionó, posiblemente, el traslado de la población a una nueva ubicación, al conjunto urbano de la fonteta, el otro yacimiento fenicio emplazado en la orilla sur de la desembocadura del Segura.
Los trabajos continuarán en otoño
El Cabezo Pequeño del Estaño es el único poblado, a día de hoy, con murallas de casamatas de origen fenicio en la Península Ibérica, con una cronología que se remonta al primer tercio del siglo VIII a.C.
Estos trabajos arqueológicos se retomarán durante los próximo meses de otoño, y posteriormente los restos aparecido se someterán a un proyecto de consolidación y restauración arquitectónica, con el fin de preservar el yacimiento de cara a su posterior puesta en valor, como producto de turismo cultural.
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