Épica de raíles
Mateo Marco AmorósDe Verónica Aranda, «Épica de raíles» es el poemario ganador del Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández 2016. Hace unas semanas se realizó en Orihuela el acto de entrega. Acto que en manos de Auralaria se ha convertido en una celebración exquisita. La Fundación Cultural Miguel Hernández, dirigida por Aitor Larrabide, hace bien en mimar esta ceremonia.
En esta ocasión, el videopoema «El primer día», inspirado en la obra de Miguel Hernández, montado por Álvaro Giménez y locución de Luisa Pastor, fue maravilla. Una combinación sobresaliente de texto, música e imágenes. La lectura de algunos poemas por la autora premiada, un lujo. La precisa entrevista de Álvaro Giménez a la escritora, una entrañable manera de conocerla. El broche poéticomusical titulado «El lenguaje de las islas», de la mano de Luisa Pastor, Carolina Llanes, Javier Llanes y José López, almíbar inspirado en el sugerente poemario ganador. Y también, y muy bien, la labor presentadora de Dámaris Navarro, genial. Genial porque Dámaris, con sus sensibilidades y selecta lectura, es capaz de convertir en cosa poética hasta el contenido oficial y frío de un acta. No exagero. Todo hermoso para honra del premio y premiada.
«Épica de raíles» –editado por Devenir– son poemas que nos llevan por el mundo invitándonos a recorrerlo. «La vida sedentaria / es un círculo lleno de alacranes» —escribe la autora. Invitándonos a recorrer el mundo pero no como turistas empaquetados, sino como esponjas. Ya hemos escrito alguna vez que no entendemos el viaje si no es catártico, transformador. Por esto nos ha gustado mucho este poemario. Sus versos demuestran una fusión entre ser y paisaje, entre ser y seres, porque las geografías también son humanas. Espacios y personas absorbidos desde una percepción que resulta purgante. Escribe Verónica Aranda: «Amanecí en la selva / más desnuda que antaño. / Fui apartando las ramas, los rastrojos / y llegué a una explanada / donde se purifican los impíos.»
Así nosotros, purificándonos con la lectura de estos versos nómadas sucedidos en cuatro estancias: «Selva», Épica de raíles», «Canícula» y «Azul glaciar». Sí, versos nómadas. No en vano, Verónica Aranda, poeta, mantiene un blog titulado «Poesía nómada».
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