Le llamaban Cocacolo
Mateo Marco AmorósLe llamaban Cocacolo. Y era tan líder en su clase como mal estudiante. No daba golpe. Nunca traía los deberes. Nunca estudiaba para los exámenes. Los días de examen llegaba, se sentaba en su pupitre y recibiendo el ejercicio ponía el nombre y lo devolvía sin leerlo. Pero aquel día… Aquel día en aquel examen, el protocolo de siempre: Las mesas despejadas. Bolígrafo sólo. Acaso típex. Nada más. Silencio. Y las advertencias de siempre. Y con el examen delante, algunas orientaciones sobre las preguntas. Y Cocacolo, aquel día, allí permaneció. Aquel día no entregaba el examen de inmediato. Bien.
Pero entonces, cuando algunos alumnos habían empezado a escribir, otros mostraban inquietud. Éstos, antes que pendientes de las preguntas observaban al líder Cocacolo. No habían pasado diez minutos cuando Cocacolo se levanta con ciertas ínfulas, rodea con su mirada toda la clase y estando de pie, macarra, agita el brazo, chascando los dedos. Sintiendo el chasquido se levantan otros compañeros entregando los exámenes y abandonando el aula. No debían, pero la abandonan aprovechando que el profesor tenía que continuar en la clase atendiendo al resto de compañeros. Era un curso de primero de BUP, equivalente hoy a tercero de la ESO. Adolescentes.
Cocacolo había pactado el motín, la rebelión en el aula. No sabiendo nada del examen porque como siempre no había estudiado, convenció en aquella ocasión a algunos compañeros para que le acompañaran en la indolencia. De perdidos, al río. Todos al río dejándose arrastrar por la riada de la pereza.
Esta es la imagen que me vino –no sé por qué pero me vino– cuando el otro día unos diputados y diputadas en el Congreso, padres y madres de la patria que dicen, abandonaron el hemiciclo durante el debate de investidura. Fue por aquello del artículo 71.1 del Reglamento de la Cámara, el que establece derecho a réplica cuando alguna alusión se considere inexacta. No reconociéndoles dicho derecho la Presidencia, abandonaron el hemiciclo. Y sí, viéndolos, me vino la imagen de Cocacolo y sus conmilitones saliendo del aula cuando el examen de una lección no aprendida. Tras chasquido macarra.
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