Como retrete público
Mateo Marco AmorósEra febrero de 2001, hace más de quince años, y Juan Manuel de Prada en un artículo titulado «Estercolero electrónico», publicado en ABC, advertía que internet corría «el riesgo de convertirse en el receptáculo indiscriminado de la grosería, la abyección y la mentecatez elevadas a la enésima potencia.» Pasado el tiempo hay que darle la razón al escritor. Porque todos los días podemos encontrar en internet ejemplos groseros, viles y mentecatos. Y en abundancia.
Desde el imperio de las Tecnologías de la Información y Comunicación, el profesorado solemos remitir al alumnado a buscadores y páginas en internet. Por ejemplo a Wikipedia. Deberíamos, no obstante, recomendar prudencias y no olvidar que internet puede ser también, así lo comparaba Prada en su artículo, como «las puertas de los retretes públicos», donde «las inscripciones chuscas del primer tarado que, en mitad de un aprieto, siente la necesidad irreprimible de dejar inscrito allí su testimonio». También como «tablón de anuncios de los descerebrados, de los flatulentos».
Wikipedia puede ser una buena fuente de información, pero no debe ser la única fuente. Conviene contrastar los datos. Y a ser posible con libros a los que se les supone rigor. Porque, por ejemplo, si buscamos información sobre «La Aparecida» en Wikipedia, la enciclopedia libre nos dice que «La Aparecida es una pedanía del municipio de Orihuela», correcto; «en la comarca de la Vega Baja del Segura, en Alicante», correcto; y… y «situada en la raja de tu falda de la Sierra de Orihuela». Sí, «en la raja de tu falda»; como si lo hubiera redactado un forofo de los Estopa. El párrafo introductorio se cierra con una nota demográfica que tiene también su simpatía: «Cuenta con 2.155 habitantes (entre ellas una piña o pineapple)». Por otro lado como alcalde de La Aparecida aparece todavía Monserrate Guillén, de Los Verdes. También en la Dehesa de Campoamor, en Las Norias, El Mudamiento, La Murada, Molins, El Escorratel, Camino de Beniel, Camino Viejo de Callosa, Molino de la Ciudad, Media Legua –aquí con Emilio Fernández–, en Los Huertos y Torremendo, donde entre paréntesis dice «Bobi».
En fin… Que cuidado.
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