De exilios y moradas
Mateo Marco Amorós
En una edición sobria pero de tan cuidada exquisita, el poeta José Luis Zerón Huguet nos trae un nuevo poemario: «De exilios y moradas». Publicado por Polibea. El libro nos ha gustado mucho. Especialmente y de nuevo un poema que desde que lo conocimos nos percute como la lluvia intensa que lo motiva, el titulado «Écfrasis de la tormenta», dedicado a Ada Soriano. Una tormenta externa que catapulta una tormenta interior compartida entre quienes se han amado mucho: «Miramos a través de la ventana la fractura de la luz.» Hace aproximadamente un año que Zerón nos adelantaba este poema y ya le dijimos que nos había impactado su intensidad.
En «De exilios y moradas» no abandona Zerón el tono contundente que escuchamos en «Sin lugar seguro». Tono, a veces fortalecido; otras, vencido, derrotado como por consumada e inevitable la realidad. En la introducción al libro, Alberto Chessa, con las palabras precisas que quisiéramos decir para explicar ese acento que decimos, nos dibuja al poeta «rendido a la inflexión salmódica, versicular, letanística (…) voz del hauríspice.»
Entre firmezas y derrotas el poeta cultiva la dicotomía. El título ya lo es. Por un lado la diáspora del exilio, por otro el asiento de las moradas. Tantas veces en estos versos lo antagónico que, aun siendo tan humano, nos inquieta. Porque acomodaticios nos tienta la seguridad de lo uniforme. Sirvan de ejemplo versos de otro de los bellos poemas dedicados a Ada: «En mi nuevo mundo adonde no llegas / se funden el frío y el ardor, / la llama y la ceniza, / el pasado y el porvenir, / (…)». O aquellos que nos traen la aflicción de Orfeo: «Soy feliz y desdichado / y no sé si estoy vivo o muerto.»
Y entre las dualidades, Zerón es un poeta que tampoco abandona lo que tiene asumido como oficio de poeta, esto es, el uso de palabras desusadas. Un rescate casi arqueológico de términos dormidos que, recuperados, nos vienen muy bien para señalar lo íntimo por tener esos conceptos singulares más sentido, fuerza y exactitud. Palabras rescatadas y palabras anheladas, hijas «del placer y del dolor». Otra dicotomía.
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