Caín contra Caín
Mateo Marco AmorósEn 1826, durante la Década Ominosa, Javier de Burgos, exiliado en París, remite una carta a Fernando VII. Dicha carta, como nos recuerda el historiador Juan Cristóbal Gay Armenteros, se publicaría en Cádiz años más tarde, en 1834, bajo el título «Exposición dirigida a S.M. el Sr. D. Fernando VII, desde París en 24 de enero de 1826 por el Excmo. Señor Don Javier de Burgos…».
En 2004, Gay Armenteros dedicó un interesante artículo al político y escritor Javier de Burgos en el monográfico de los «Anales de Historia Contemporánea» de la Universidad de Murcia, monográfico sobre «Constitución y territorio en la España Contemporánea». De ese artículo extraemos la información sobre la carta dirigida por el político a Fernando VII.
De Burgos en su «Exposición» hace un análisis de lo que considera problemas de España. A saber, y entre otros, la pérdida de peso de la monarquía, la pérdida de América y su comercio y la consiguiente crisis económica por debilidad de la agricultura e industria. Pero sobre estos problemas señalará, como muy grave y causa de todos, la guerra interna entre españoles, la oposición y división irreconciliables, la persecución de unos por otros. «Esta guerra interna, esa persecución de unos por otros –precisa Gay Armenteros– ha arruinado famas y fortunas y ha cuajado esa trágica naturaleza de la lucha política en nuestro país en el siglo XIX, caracterizada por la cárcel y la emigración.» Por ello Javier de Burgos pide una amnistía general para los liberales. Amnistía plena y entera. Sin miedo. Y escribe: «Señor, temer peligros de la amnistía es temblar delante de fantasmas».
Para esta parte de su exposición parece que Javier de Burgos hubiera visitado la Quinta del Sordo. Porque esa España contrincante es la España del «Duelo a garrotazos» de Goya. Una España demasiado constante –como si fuera eterna– en la que los paisanos enterrados hasta las rodillas se zurran sin posibilidad de escapar. España del XIX pero también España anterior y posterior al XIX. España en la que, además de las violencias, parece que siempre sobran españoles. Una España perpetuamente enfrentada. Caín contra Caín.
Deja tu comentario