Mateo Marco Amorós / Nostalgia de futuro
Joaquín Marín / Fotografía
Para despertar emociones no se necesitan parafernalias. Una historia, por simple que parezca, conteniendo ternuras puede ser suficiente para conmovernos. También, cierto es, como sucede con los chistes, importa cómo se cuente. Y en el caso que nos ocupa, como se cante.
Removiendo videocasetes que decíamos ayer nos encontramos con aquella que tenía grabado, de TVE, un concierto de Víctor Manuel en la plaza de toros de Gijón. De cuando «Tiempo de cerezas», álbum de 1989. Y en ese álbum y concierto, la canción «Yeren dos guajes», versión en bable de la de «Eran dos niños» del elepé «Soy un corazón tendido al sol», nuestro disco preferido del cantante asturiano, grabado en 1978. Y en «Eran dos niños», una sencilla historia que emociona. La canción cuenta lo que sucedió a dos críos pastores –»al monte pegaos»–; gentes de la Asturias interior. Dos zagales que deciden aventurarse yendo a Gijón para satisfacer un demorado deseo: conocer el mar. Y hacia Gijón, andando, se encaminan Juan y Colás, que así se llaman los protagonistas.
Desde el Puerto de Tarna, donde parece que partieron, pasando por Laviana y por cerca del Berrón hasta Gijón, resulta prácticamente un día caminando. Si sólo desde Laviana, once o doce horas. El motivo compensa todo esfuerzo. Llevan muchos años soñando con el mar y todo ha de valer la pena. Llegando el anochecer acompañado de lluvia, duermen en un pajar y… Ya en Gijón, en la playa de San Lorenzo… ¡El mar! Espectacular siempre para aquellos ojos que por primera vez lo contemplan. Se emocionan. Apenas parpadean y… Y lloran. En silencio lloran. ¡Les sorprende tanta agua! —¡Juntándose con el cielo! —dirá Colás. Emociones ¡y tanta agua!… No pueden reprimirse y… Junto a la Escalerona alivian sus humedades, orinando. Un policía municipal los pilla y… ¡Veinticinco pesetas de multa!
La canción, versionada en bable en el concierto, nos ha llevado a la original y ésta al disco preferido y el disco predilecto a muchos recuerdos y los recuerdos, muchos y bellos, a personas de entonces con quienes soñamos infinitos perdidos, como mar, en los horizontes. Perdidos.
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