Una estrella lejana

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Mateo Marco Amorós / Nostalgia de futuro

Joaquín Marín / Fotografía

Luz primigenia, está muerta. Ya no es. Ya no existe. Explotó. Nació –dicen– cuando los primeros mil millones de años, poco después del Big Bang originario de todo lo nuestro, Big Bang principio del universo donde somos. Se llama… o mejor, le han llamado Earendel y su luminiscencia ha tardado en llegarnos doce mil novecientos millones de años luz. Los estudiosos señalan que se trata de una estrella muy brillante, más brillante que el sol aunque más pequeña que éste. Cincuenta veces más pequeña pero millones de veces más luminosa. Una estrella que ya no es.

Observada por el telescopio espacial Hubble, telescopio viajero, su nombre, Earendel, bebiendo en la tradición y del inglés antiguo, se traduce como «estrella de la mañana» o «astro naciente». Sin ninguna duda madrugó mucho. También hay quienes considerando la denominación aprecian un homenaje a Tolkien, a su poema «El viaje de Eärendel, la estrella vespertina». Que una luz tan lejana y tan antigua nos llegue ahora no sé si nos sirve, en estos tiempos grises de humanidad deshumanizada, como esperanza de que algo de lo que somos perdure con brillo. Aunque sea una brizna. La observación del cielo estrellado siempre nos ha producido cierta melancolía al sentir que el origen de algunas de esas luces que nos atraen ya no es porque ya no son. Que lo que vemos y es, no existe.

Hubo un tiempo en el que nos atrapó el cielo nocturno. Más que ahora cuando estimamos especialmente madrugar. En aquellos tiempos noctámbulos nos entretenían los cielos estrellados. Escuchando música de Camel en los auriculares y… Y la luna, siempre fiel en su constante variedad, abriéndonos sendas por el monte o caminos hacia el mar. También hacia el amor. Luna y estrellas, estrellas y luna.

Earendel ha muerto pero aún nos ha ofrecido su luz. Luz de un ayer muy lejano y distante que nos llega hoy. Fue y es sin ya ser. Pero sigue siendo. Como el anhelo de muchos: seguir siendo después de haber sido. Ser luz, mucha luz. Ser o tenerla. ¡Luz, más luz! Estertor de poeta en agonía.

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