Mateo Marco Amorós / Bardomeras y meandros
Joaquín Marín / Fotografía
Una de tópicos. De tópicos o de prejuicios, nos remitimos al artículo que el periodista Joaquín Rábago dedicó en INFORMACIÓN (16 de agosto de 2020) a la reedición de la obra que Miguel Herrero García publicó en 1927 bajo el título «Ideas de los españoles del siglo XVII». Al artículo de Rábago y a los comentarios que Andrés Amorós realizó sobre el libro por las mismas fechas para Esradio y LIBERTAD DIGITAL.
Mirándonos en el espejo del siglo XVII cuesta entonar eso de Presuntos Implicados del «cómo hemos cambiado». Porque los tópicos parecen lapas. Lapas que se ensañan con los defectos como exageran las virtudes, falsificando, generalizándola, la realidad heterogénea. Así nos veíamos, así nos vemos.
Castellanos leales, altivos y generosos; modelo de bien hablar. Catalanes amantes de las libertades, firmes en la amistad como violentos en la venganza. Gallegos enredadores y, determinados por sus oficios, lacayos. Algunos tópicos están condicionados por las profesiones. Así los portugueses, al cabo españoles entre 1580 y 1640, aparecen como banqueros y comerciantes de paño e hilo. Quién no ha comprado toallas en Portugal. Los valencianos, amantes de la sensualidad y de la molicie pecaminosa. Los aragoneses, testarudos y cuerdos. Los vascos tan buenos marinos como aficionados al vino, ambas cosas relacionadas con el arte de marear. Mas los vizcaínos, nobles, sencillos, buenos secretarios. Los andaluces, arrogantes, ingeniosos y locuaces. Diferenciando entre sevillanos, sutiles y rumbosos; y cordobeses, nobles. Los extremeños, valientes. Los asturianos, por lo físico, cortos de cuello. Españoles –apunta Amorós– que ni se entendían entre sí ni se entendían con los demás. ¿Como ahora?
Visto el siglo XVII, visto el XXI. Pero pasando por el XX encontramos ese poema de Miguel Hernández que arranca con el verso «Vientos del pueblo me llevan» donde los asturianos son braveza; los vascos, piedra blindada; los valencianos, alegría; los castellanos, alma, airosos; los andaluces relámpagos y lágrimas; los extremeños, centeno; los gallegos, lluvia y calma; los catalanes, firmeza; los aragoneses, casta; los murcianos, dinamita «frutalmente propagada» y… Y los leoneses y navarros, dueños «del hambre, el sudor y el hacha». Tópicos hechos poesía.
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