Artículo de opinión de José Aix, concejal de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Orihuela
Cuando por estas fechas los primeros escaparates y las fachadas de nuestras casas se llenan de telarañas y calabazas, se repite el debate de cada año entre los más puristas defensores de la tradición cristiana y los más “flexibles”, siempre receptivos a todo, que lo mismo ponen flores y velas en el cementerio que se ponen un disfraz de Freddy Krueger comprado por unos pocos euros en una de esos comerciales chinos que tienen de todo. Es, en definitiva, el conflicto entre lo de siempre y lo novedoso, lo tradicional y lo moderno, la defensa de lo propio versus la asunción natural de lo ajeno, recogimiento frente a exceso, lo yanqui o lo autóctono.
Como proyección analógica de estos pulsos, el Pleno municipal de Orihuela recrea de un tiempo a esta parte la proximidad entre el mundo de los vivos y el reino de los muertos. Que si inversiones en la costa o en no sé qué pedanías, que si ayudas a autonónomos y pymes… Pero quizás el caso más claro es el último debate que ha salido a la luz pública sobre el tan manoseado Reglamento de Niveles Esenciales, un documento que no hace más que definir qué organización administrativa queremos para nuestro ayuntamiento.
En este asunto, tradicionalistas, respetuosos y fieles a lo que dice la Ley de Bases de Régimen Local, que data –atención- ¡de 1985!, desde Ciudadanos Orihuela siempre hemos defendido los dos supuestos recogidos en esta ley: que la Asesoría Jurídica podrá ser asumida por un funcionario que esté en posesión del título de licenciado en Derecho, o bien, un habilitado nacional. Frente a esto, que para más inri es lo que se está haciendo desde hace años con una asesoría jurídica municipal externalizada en un despacho de abogados, la novedad, lo chocante, lo aportan Bascuñana y Cambiemos, quienes planteaban ahora restringir la ley y limitar estas funciones solo al segundo tipo de funcionario. Curiosamente, la derecha más rancia y la izquierda más reaccionaria eternamente enfrentadas ha superado en nuestro municipio sus diferencias históricas y se alían para restar, para menguar, para corregir a la baja una norma y para generar la sombra de sospecha sobre quienes simplemente hacemos un “copia y pega” de la Ley de Bases.
En todo esto, en este baile de cadáveres y de sombras, en la penumbra de este amor otoñal de rojos filovenezolanos y azules con aroma de mortaja, el grupo municipal socialista, en un gesto de responsabilidad, ha asumido con naturalidad –como así anticiparon este verano- el criterio de la Dirección General de Administración Local, que en un informe emitido el pasado 4 de octubre ha ratificado nuestra tesis. VOX también lo tuvo claro desde el principio. Por lo tanto, el nuevo bloque de la política local es el que conforman los comunistas y los conservadores, y no el de los que defendemos con celo la literalidad de las leyes. Es Halloween o La Noche de las Ánimas; es Bécquer, los zombies, Goethe, brujas, Shelley, máscaras mexicanas, Poe…
Ni la pluma de Zorrilla habría diseñado una escena así. Aquí todo es al revés. Ya saben: trato o truco.
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