Torrevieja inaccesible

La ciudad de la sal suspende en accesibilidad. A los problemas estructurales se suman además las conducta poco cívicas de los conductores y vecinos que dificultan aún más la accesibilidad a las personas con movilidad reducida

No hace falta caminar demasiado, ni mirar en muchas calles para observar que Torrevieja es una ciudad muy poco amable con las personas con movilidad reducida, se podría incluso sugerir que es un municipio prácticamente inaccesible para los usuarios de sillas de ruedas que tienen que sortear todo tipo de obstáculos para poder desplazarse por la localidad, muchas veces con riesgo de su propia integridad física.

A muchas aceras excesivamente estrechas, rampas de apenas cuarenta centímetros que finalizan en un escalón, falta de continuidad de las rampas de accesibilidad, señales de tráfico colocadas en medio de la acera impidiendo el paso a las sillas de ruedas, se les suma la falta de sensibilidad de conductores que aparcan en zona indicada para minusválidos, obstaculizando las rampas de accesibilidad y vecinos que colocan mesas, sillas y macetas en la calle dificultando la vida a personas que han visto mermadas sus capacidades físicas.

Mari Carmen, una usuaria de silla de ruedas desde que hace 8 años una lesión medular le impide andar y socia de AMFA, nos explica cuales son algunos de los problemas a los que se enfrenta diariamente este colectivo, que a pesar de las sensibles mejoras en ciertas zonas de la ciudad, se siguen sintiendo ciudadanos de segunda categoría al ver con impotencia que existen barrios, calles y urbanizaciones absolutamente vedadas, por poco accesibles, para los usuarios con movilidad reducida y trata de expresar la impotencia que siente al ver que las administraciones y algunos vecinos no son conscientes de que gestos como los mencionados anteriormente para un usuario de silla de ruedas significa un mundo. “Para mí un coche tapando una rampa lo significa todo” explica y añade “supone darme la vuelta y tener que encontrar otro punto de bajada, algunas veces un garaje, otra rampa,  o sencillamente darme la vuelta, bajar por donde he subido y tener que circular por la calzada con el consiguiente riesgo físico que ello conlleva”.  Estas situaciones se dan durante todo el año,  pero se multiplican exponencialmente en verano, cuando la ciudad recibe la afluencia de decenas de miles de visitantes y transitar por sus estrechas aceras o llegar a determinados puntos de destino se puede volver una odisea que bien merece un relato aparte.

Otra de las grandes asignaturas pendientes de la administración local es la accesibilidad de puntos como el Ayuntamiento, las playas, que aunque han mejorado aún presentan problemas como la zona de sillas de la Playa del Cura para el baño para personas con movilidad reducida que explica Mari Carmen no cumple su función ya que es prácticamente imposible subir a las sillas sin ayudas.

Los afectados sienten que existe una a cierta falta de sensibilidad tanto en las administraciones como en las personas que no conocen de cerca esta problemática, “quizás no deberíamos hablar de falta de sensibilidad, quizás es un problema de falta de comunicación, hace falta que nos escuchen, somos nosotros los que podemos explicar lo que necesitamos, pero muchas veces te oyen pero no te escuchan” explica Mari Carmen, que a su colectivo como uno de los grandes olvidados de la administración. “Cuando en diciembre se organiza el paseo por la jungla les invitaría a que lo hicieran con nosotros, pero no por el circuito habitual, les invitaría a ir por la calle Apolo, totalmente inaccesible para las personas con sillas de ruedas, o por algunos barrios”.

Son muchas las dificultades que sufre el colectivo de personas con movilidad reducida, problemas que serían a veces más fáciles de solucionar si al mirar viéramos  que no todos somos iguales, que no todos nos movemos igual y que la convivencia en las grandes ciudades depende de todos.