Los nazarenos de las once cofradías del municipio alumbraron al Cristo de la Buena Muerte y a la Dolorosa
Solo los toques de dos tambores, respondiéndose el uno al otro, y los sones de la tuba rompieron el silencio que pone nombre a la procesión del Jueves Santo en Rojales. A la estación silenciosa asistieron los nazarenos de las once cofradías del municipio, ataviados con sus vestas de colores y acompañados de velas y hachones.
El Cristo de la Buena Muerte abrió la procesión, a oscuras, en silencio, emocionando a los asistentes con su paso marcial. Después de la imagen, los nazarenos, alumbrando, en oración. Y cerrando la procesión, la Virgen de los Dolores. Al finalizar el recorrido, ya de nuevo en la Plaza de la Iglesia, ambos pasos, el Cristo y la Dolorosa, realizaron un emotivo encuentro.
Una vez terminada la estación de penitencia, el Cristo y los dos ladrones, ya descendidos del trono, emprendieron el camino hacia el Monte Calvario donde, tras una representación de la Pasión fueron elevados junto a las tres cruces que coronan la colina. Las imágenes permanecieron en la cima del cerro hasta la mañana del Viernes Santo cuando, de nuevo en procesión, regresaron a la iglesia del municipio.
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