Mateo Marco Amorós / Nostalgia de futuro
Joaquín Marín / Fotografía
Hablando como hablábamos hace unos días de carteras, las que nos han acompañado en nuestro trabajo docente, de una de ellas jubilada –más maletín que cartera– nos encontramos ordenando papeles las «Instrucciones para la cerradura de combinación», instrucciones que siempre nos han parecido curiosas por la advertencia que se apunta al final. Tras explicar con claridad –cosa rara en estos prospectos– cómo usar dicha cerradura se precisa lo siguiente: «¡Importante! La cerradura de combinación proporciona una seguridad adicional, aunque no sea absoluta. La función de las cerraduras es prevenir la apertura accidental, pero no necesariamente evita el robo de la maleta o de su contenido».
Seguridad adicional, no absoluta, la cerradura de seguridad es para lo que es. Y lo que es no evita la sustracción de la cartera o contenido. Así que hemos vivido/vivimos arriesgando el robo o pérdida por descuido de nuestra maleta o contenido. Si apéndice de nuestros quehaceres, difícil olvidarla. Pero cabe el robo. El robo o el hurto, que la diferencia entre dichos conceptos la aprendemos cuando en caso de pérdida echamos mano del seguro doméstico para reclamar una posible indemnización.
Nosotros lo vivimos con una cámara de fotos. Desapareció en un bar. Y aquello fue hurto. Como una abducción. Las aseguradoras lo tienen clarísimo. En el robo media intimidación, violencia, amenaza, fuerza… En el hurto no. En el hurto, el objeto perdido estaba ahí, a disposición de quien lo quisiera, como bien común. Así nuestra cámara de fotos. Alguien que pasaba por allí consideró que era suya.
Si hubiera sido una de nuestras carteras… ¿Quién nos compensaría de esa pérdida con tanto y tanto de nosotros, que por tanto acompañarnos en tantos momentos, sin ellas no sentimos ni lo que hemos sido ni lo que somos? Por ejemplo, ésta de las instrucciones para la cerradura de combinación que hoy nos ha ocupado es la que por su dureza siempre la consideramos la más práctica para llevar libros. Ahí los sentíamos bien acomodados garantizando su integridad. Pero nada es perfecto. Esas instrucciones nos han recordado que cupo la posibilidad de perderla. Con libros y todo.
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