Mateo Marco Amorós / Nostalgia de futuro
Joaquín Marín / Fotografía
En la normalidad tan deseada, esto si es normalidad o apariencia de normalidad lo que vivimos después de los confinamientos, aún se nos presentan afecciones dolorosas de cuando fue intensa, secuelas agudas. Sobre todo al recordar la insolidaridad de algunos que teniendo que ser ejemplo positivo para la comunidad fueron lo contrario. Nos referimos a aquellas personas que con las vacunas fueron egoístas cuando era más necesario que nunca ser piña y servicio. Aquellas personas que como malos capitanes de barco profesaron, antes que la solidaridad, el sálvese quien pueda.
El artista oriolano Rate Bas en su entrañable e inteligente diario de la pandemia titulado «365 días para (no) olvidar» –trescientas sesenta y cinco ilustraciones a todo color– lo dejó bien plasmado en aquella viñeta en la que en un verde prado cercado, donde un hato de ovejas pasta, una de ellas pregunta si alguna sabe cuándo alcanzarán la inmunidad de rebaño; respondiendo otra no saber, pero que los primeros en vacunarse han sido el pastor y el perro. Respuesta resignada. Denuncia contra quienes por su cargo o responsabilidad, debiéndose al común en aquellas circunstancias, se olvidaron del común. Contra quienes pastor o perro, perro o pastor, fueron lobo.
Homo hominis lupus –el hombre es un lobo para el hombre– es vieja frase latina. Al parecer síntesis de la que Plauto plasmó en su «Asinaria» o «Comedia de los asnos»: Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit. Que traducimos como «Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro».
Desconociendo al otro, desconociendo a los otros nos deshumanizamos. Y mucho más cuando teniendo responsabilidades y poder deberíamos ser más entrega, más servicio, ser más para los demás. Por esto las secuelas de dolor por dolernos los egoísmos; peores cuando teniendo que auxiliarnos nos olvidamos de los demás aprovechando nuestro poder a nuestro favor. Cuando toda soberanía sólo es útil si es para servir a la comunidad. Cuando a mayor autoridad siendo pastor o zagal o perro, mayor exigencia para ser obsequio y entrega. Para ser solidarios y… menos lobos.
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