Carta abierta del alcalde de Orihuela, Emilio Bascuñana
Desde que soy alcalde de Orihuela vengo sufriendo los más absurdos, y rocambolescos ataques de todo tipo.
En estos últimos días hemos vivido un nuevo episodio de ese linchamiento mediático a los que nos están acostumbrando los desaprensivos de turno para conseguir lo que no pueden en las urnas ni por la vía democrática, de la que cada vez se alejan más.
Ante una gestión política y administrativa intachable en estos seis años, como Alcalde de Orihuela, frente a ello, y procurando estar lo más alejados del debate político en el que se saben perdedores, nuevamente esos inquisidores oportunistas, disfrazados de adalides de la justicia y de la honestidad, esos que opinan sin conocer y desinforman, los que practican juicios paralelos, remueven una falacia inventada sobre mi actividad profesional de hace ahora 14 años (nunca como gestor o como político, a diferencia de otros) mezclando y utilizando todo a su alcance para intentar desacreditarme como alcalde.
Una vez más, quiero decirle a quien quiera escuchar, que las acusaciones que se hacen son rotundamente falsas y llegado el momento, ejerceré mis derechos, con todas las opciones que la ley me ofrezca, contra aquellos que lo han hecho o lo hagan.
Soy trabajador de la Consellería desde hace más de 30 años, con plaza fija tras superar las correspondientes oposiciones, nunca se ha creado un puesto para darme un sueldo, nunca puede haber irregularidad ni delito en que una empresa le pague sus retribuciones a su empleado por el trabajo encomendado y realizado. Siempre he trabajado donde se me dijo, haciendo lo que se me dijo y consta que nunca hubo la más mínima queja sobre mi trabajo. Nunca tuve acceso a caudales públicos ni opción de practicar corrupción alguna. Es difícil entender que alguien trabajando en esas condiciones, pueda cometer Malversación o cualquier otro delito. Corrupción sí que puede ser utilizar las administraciones públicas gastando dinero público en inventarse semejantes falacias.
Confío en la Justicia, por difícil que a veces pueda resultar, porque parece que con los políticos todo vale. “Calumnia que algo queda”. Es lo que utilizan los políticos faltos de rigor esos que les gusta dar lecciones de moralidad que luego no practican.
No les quepa duda, Emilio Bascuñana no ha cometido nunca ningún delito, de lo único que se me podría acusar es de defender con pasión los intereses de mi pueblo y no ceder nunca, por duro que resulte. Es cierto que esto genera enemigos y resulta muy incómodo, incluso peligroso, no ceder a los intereses de algunos pero por Orihuela lo asumo, mi conciencia no me permite otra opción.
Hace 6 años recuperamos la alcaldía de Orihuela para devolver a nuestra ciudad una buena gestión honesta y eficaz. Hay quien me quiere lejos para satisfacer sus intereses particulares a costa de Orihuela, pero mi pueblo me puso aquí para defender sus intereses y trabajar por ellos, y le pese a quien le pese cumpliré mi compromiso por mucho sacrificio que me cueste.
Toda mi vida he trabajado de manera altruista aportando cuanto he podido en beneficio de la sociedad sin pedir nada a cambio. Me educaron así y cuando decidí participar de la política lo hice con ese compromiso social. Hay muchísimas personas de bien (ciudadanos responsables) compartiendo ese mismo convencimiento, pero estas desagradables experiencias hacen que la gente normal rehuse participar en la política y por tanto de la gestión pública.
Servir a tu pueblo y representarlo aportando todo tu conocimiento y experiencia en su beneficio, ha pasado a ser algo denostado que cada día atrae menos a los que más pueden aportar (salvo los idealistas) y, por contra, interesa más a gente que tienen poco que perder y mucho que ganar, que no pueden aportar porque nada tienen, que “juegan a política” aprovechándose de lo público en su beneficio personal. A toda esta gente algunos les resultamos tremendamente molestos, porque no pueden hacer lo que quisieran, pero ese es también parte de mi compromiso: intentar mejorar la política y recuperar la confianza de la ciudadanía en sus representantes, la confianza de aquellos que quieran ver y escuchar la verdad.
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