Por la Universidad en Santo Domingo, vamos de nuevo

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Por Juan de Oleza

Comenzaba el presente siglo cuando el oriolano de la diáspora Federico Javaloy Mazón, que fuera destacado catedrático de Psicología Social en la Universidad de Barcelona, me hizo el regalo de su libro “Comportamiento Colectivo y Movimientos Sociales”, con una afectuosa dedicatoria en la que me recomendaba la lectura de la segunda y tercera parte (‘Multitudes y masas’ y ‘Movimientos Sociales’) y a mi esposa el capítulo 10 (‘La revolución del siglo: el movimiento feminista’). Consideraba nuestro paisano que la amplia variedad de movimientos democráticos existentes serían potencialmente los protagonistas de la era de la globalización y el siglo XXI podría estar en sus manos. Aunque, advertía Javaloy en sus conclusiones, “A pesar del respaldo que le presta la mayoría, el futuro de este gran movimiento es incierto porque es obvio que continúan existiendo intereses particulares de grupos poderosos que probablemente harán lo posible para obstaculizar su avance. Lo que sí puede afirmarse es que los activistas, que han emprendido una verdadera odisea social, son hombres y mujeres profundamente convencidos de que los más graves problemas que azotan el mundo tienen solución, de que las guerras y las injusticias no son inevitables y de que su lucha coordinada es capaz de ir implantando, paso a paso, el modelo de sociedad al que ellos dedican su vida: una sociedad humana más libre y más justa en un planeta habitable”.

He sacado de mi biblioteca el libro -con elogioso prólogo de Hank Johnston, prestigioso profesor norteamericano de Teoría Social en la Universidad de San Diego- del fallecido catedrático oriolano al tener noticia de la aparición de un nuevo movimiento social en Orihuela bajo el lema ‘Tu pueblo y el mío’. En la Oleza de Miró hubiera sido impensable algo parecido pero lo cierto es que, en el último tercio del pasado siglo, ya hubo quien supo aunar voluntades y movilizar a una sociedad dormida que tomó conciencia de que esta era la única forma de conseguir que fueran realidad aspiraciones comunes. Ahí están los colectivos Pro Fundación Miguel Hernández, Hospital-Río, Campus universitario…que nacieron estigmatizados de supuesta politización, como siempre suele hacer el poder establecido,  para terminar siendo reconocidos por un trabajo cuyo resultados no se habrían logrado de otra forma.

De la torpeza y la soberbia de los políticos locales (y en este caso también de los popes diocesanos) ha surgido la nueva plataforma que quiere ver convertida Orihuela en auténtica ciudad universitaria y verdadera ciudad de Miguel Hernández. No en vano la idea se planteó en la concentración convocada el día del pleno municipal donde PP y Vox rechazaron el texto presentado por el PSOE para sumarse a la causa iniciada por los herederos de Miguel Hernández con el fin de anular la sentencia dictada contra el poeta por los Tribunales franquistas. En ese momento, ante la Casa Consistorial, comenzó la recogida de firmas para poner en marcha un colectivo cuyos objetivos son: “Visualizar y responder a cualquier agresión contra la figura del poeta Miguel Hernández. Recuperación y puesta en valor del entorno hernandiano y Museo al aire libre de San Isidro. Recuperación de la Universidad Histórica”. Además, advierten que esta plataforma “dará respuesta a cualquier agresión contra el patrimonio oriolano y encauzará alternativas para su puesta en valor”.

Que el portavoz de la nueva plataforma sea, una vez más, José Antonio Muñoz Grau es una garantía para el éxito de la praxis de este nuevo movimiento que, como no podría ser de otra forma, está abierta “a todos aquellos con ideas y ganas de trabajar por Orihuela” Tras criticar al acuerdo adoptado en el último pleno municipal, Muñoz Grau afirma que “Orihuela está en el mundo gracias a Miguel Hernández” y señala que “la figura del poeta es el revulsivo que hace falta para que Orihuela se convierta en una plaza universitaria consolidada”. Recuerda también el portavoz de la plataforma que, en los años 90, más de 20.000 firmas y varias manifestaciones forzaron el acuerdo que debía materializar la instalación de estudios universitarios reglados en la Universidad Histórica, hoy Colegio diocesano Santo Domingo.

Para José Antonio Muñoz “Ese acuerdo sigue vivo porque los terrenos que se cedieron a la Iglesia para construir un aulario para el colegio todavía siguen ahí”, aunque –al igual que otros oriolanos- teme que años de lucha ciudadana se echen por la borda con una posible permuta de los terrenos de Santo Domingo por otros bienes eclesiásticos. Precisamente este es uno de los objetivos de la nueva plataforma: “Pensamos que Santo Domingo debe recuperar sus orígenes y albergar estudios sobre conservación y restauración del patrimonio. Ni Alicante ni Murcia tienen esos estudios. Solo se pueden encontrar en Valencia y Granada. El campo de prácticas lo tenemos en nuestras calles, con cientos de monumentos que piden a gritos una intervención”.

Justamente con este objetivo coincidía el presidente de la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Servicios, Mario Martínez, que comenzó su intervención en la Noche de la Economía Oriolana, celebrada en el marco incomparable del claustro de la antigua Universidad con estas palabras: “Este espacio es testimonio del inmenso patrimonio cultural con el que contamos, que nos enorgullece, y que sitúa a Orihuela como la primera ciudad en riqueza patrimonial de la provincia de Alicante. Es precisamente este valor lo que nos recuerda el enorme potencial que tiene nuestra ciudad, y que debe ser clave en nuestro desarrollo económico futuro”. Y no se olvidó el presidente de la Cámara de la reivindicación universitaria pendiente: “Asimismo, creemos que es vital continuar trabajando en la recuperación de la antigua universidad, adaptándola al siglo XXI. Una recuperación que contribuirá a fortalecer nuestro legado cultural y a proyectar a nuestra ciudad como referente académico, cultural y turístico en el levante español”.

Posiblemente muchos no lo recuerden. Pero conseguir que el monumental inmueble de Santo Domingo pudiera ser utilizado por la Universidad de Alicante costó bastante sudor y alguna lágrima. Por eso no puede entenderse desde ningún punto de vista que, a sabiendas, el Obispado de Orihuela-Alicante lleve años tratando de quedarse con unos terrenos que se adquirieron con la única y exclusiva finalidad de instalar allí un aulario donde recibieran clase los escolares que abandonaran las aulas del claustro de la antigua Universidad para que en ellas se impartieran alguna titulaciones de la UA. Y tampoco se comprende el motivo por el que las sucesivas Corporaciones municipales no han hecho nada efectivo, sino todo lo contrario, por recuperar –como la Agencia Valenciana Antifraude ha señalado- una propiedad municipal cuya adquisición se vinculó a un fin muy concreto y determinado.

Hay que remontarse al 14 de enero de 1999 cuando el director del Colegio Santo Domingo, Vicente Martínez Martínez, realizaba una incomprensible solicitud de “cesión de los terrenos que el Ayuntamiento posee en donde actualmente se encuentra parte de la llamada discoteca Momentos, así como el oportuno permiso municipal para derribar dicho edificio, con el fin de dar cumplimiento al convenio establecido entre la Universidad de Alicante, el Ayuntamiento que V. I. tan dignamente preside y el Colegio Diocesano Santo Domingo”. En primer lugar, no existió nunca tal “convenio” sino una “propuesta de acuerdo” que en términos jurídicos es algo muy diferente. Segundo: dicha propuesta de acuerdo no fue firmada en su día por el director del Colegio Santo Domingo sino por el obispo de la diócesis Orihuela-Alicante. Tercero: en cualquier caso, la propuesta de acuerdo firmada el martes 10 de enero de 1995 por el obispo, el rector de la Universidad de Alicante y el alcalde de Orihuela (punto tercero) dice: “A fin de facilitar la disponibilidad de espacios para estas actividades de extensión universitaria dentro del conjunto de la edificación histórica del Colegio Diocesano Santo Domingo, sería necesaria la creación de nuevas aulas y dependencias para el Colegio Diocesano. El Ayuntamiento de Orihuela proveería a esta necesidad de modo que no se entorpezca el normal funcionamiento del Colegio”.

Pero si la petición del director del Colegio era incomprensible, la respuesta del Ayuntamiento no pudo ser más inexplicable. En efecto, el pleno de la Corporación municipal de fecha 25 de febrero (apenas un mes después de la solicitud del director del Colegio), “teniendo en cuenta el punto tercero” de la referida propuesta, cede “a la diócesis de Orihuela-Alicante el derecho de superficie” de las fincas en cuestión cuya superficie total es de 2.622 m2., “por plazo de 75 años, para la construcción de aulas y dependencias del Colegio Sto. Domingo, para posibilitar la disponibilidad de espacios para actividades de extensión universitaria”. Se establecía también en el acuerdo municipal que “La urbanización y edificación previstas en las fincas objeto del derecho de superficie, deberá efectuarse dentro del plazo máximo de cinco años, extinguiéndose aquél en caso contrario, revirtiendo las fincas a este Ayuntamiento de pleno derecho”. Y otro condicionante: “Al término del plazo de la extinción del derecho de superficie, que deberá formalizarse en escritura pública e inscribirse en el Registro de la Propiedad, el Ayuntamiento hará suya la propiedad de todo lo edificado por el superficiario. Asimismo revertirá al Ayuntamiento las fincas y lo construido en caso de cesar en la actividad universitaria objeto de este acuerdo”.

Inmediatamente surgen las preguntas inocentes ¿En base a qué se cede un derecho de superficie para hacer algo que, en virtud de la propuesta de acuerdo inicialmente firmada por las partes, correspondía al Ayuntamiento? ¿Qué sentido tiene imponer al solicitante un plazo de cinco años para realizar las edificaciones necesarias y luego no exigir su cumplimiento? ¿Por qué no se formalizó la escritura pública ni se inscribió el acuerdo en el Registro de la Propiedad? Los nombres de quienes aprobaron esta decisión municipal (todos menos uno que se abstuvo) deben pasar a la historia de la estulticia local. El único que vio venir la jugada fue el concejal de IU José Martínez Carmona que, en la sesión de la Comisión informativa de Urbanismo celebrada previamente al Pleno, manifestó que “no tiene nada que ver el Convenio que se firmó en su día con el Ayuntamiento y lo que se pide actualmente. Deben deslindarse muy bien los campos. Con esto se pierde lo que se hizo con la Universidad de Alicante”.

No termina aquí esta ceremonia de la confusión. Porque, en la reunión del Patronato de la Cátedra ‘Arzobispo Loazes’ celebrada en el Rectorado de la Universidad de Alicante el 30 de abril de 1999, el obispo Oliver (tengo delante el acta) “deja constancia, una vez más, de la urgencia de un futuro Aulario en Santo Domingo, capaz de albergar, sin detrimento del Colegio, las actividades académicas universitarias que se programen”.

Y es que, para allanar el camino a la entrada en Santo Domingo de la Universidad de Alicante, el obispo Victorio Oliver y el presidente de la Generalitat Eduardo Zaplana habían suscrito en la Sala Villanueva del Colegio, el 17 de febrero del mismo año (ya ven que todo se desarrolla con inusitada rapidez entre enero y febrero del 99), un Protocolo que reconocía la posibilidad de la utilización de algunas aulas del centro con el fin de que “las Universidades del sistema universitario valenciano puedan impartir estudios universitarios, recuperando así su antigua función universitaria” (punto primero). Pero dice más el documento: “El obispado igualmente podrá sugerir y aconsejar a la Generalitat Valenciana en función de los convenios que tenga firmados o pueda firmar, la conveniencia de impartir determinadas disciplinas en el Colegio de Santo Domingo” (punto tercero).

En el acto de la firma del Protocolo Zaplana dijo: “Estoy feliz de que en el Colegio Santo Domingo se puedan impartir titulaciones de las Universidades de Alicante y Miguel Hernández de Elche”. Manifestó también el presidente que “esta firma tiene una gran trascendencia e importancia” porque “El próximo curso el Colegio comenzará a albergar las disciplinas universitarias que tanto el Gobierno valenciano como el Obispado convengan. Una comisión mixta se reunirá en breve para que ambas instituciones aporten sus propuestas de estudios que se impartirán en la Universidad Histórica. Solamente tenemos un interés: que Orihuela pueda estar satisfecha”.

Por su parte, el obispo Victorio Oliver, que calificó el momento como “muy importante y de mucha transcendencia”, expresó su satisfacción porque, después de muchos meses de conversaciones, se había alcanzado un acuerdo que elogió sin reservas. Tras dejar claro el prelado que la segunda parte de este principio de colaboración supone “la autonomía mutuamente reconocida, de modo que ninguna de las dos partes pierda ningún rasgo de su identidad ni se desdibuje su ser”, don Victorio miró al molt honorable para decirle que ya podía “presentir muy cercano el rumor de pasos nuevos, de voces, de sones de tunas por estos pasillos y estos patios de Santo Domingo”.

Recordó asimismo el obispo que habían sido “200 años de silencio de estas voces universitarias” y echó mano del profeta Isaías (cuyo pueblo había sido destruido, pero quedó un árbol aserrado del que un día brotó una rama verde) para rendir homenaje al arzobispo Loazes “que plantó también en su pueblo un árbol lozano y generoso, se apagó su verdor pero no murió del todo”. Apostilló monseñor Oliver: “Esta tarde ha florecido no un tallo solamente sino muchas ramas pujantes”. Y no se olvidó el obispo de su predecesor Francisco Álvarez “que hizo las gestiones con las autoridades académicas y municipales de entonces”, ni de su obispo auxiliar y continuador del asunto, el oriolano Francisco Cases, para terminar señalando don Victorio que “aquel río que nació en 1991 eras un buen proyecto y por eso se ha convertido hoy en un ancho delta, gracias al trabajo de todas las partes y al compromiso de la Generalitat”.

Así las cosas, frente al olvido interesado, las falacias y las tergiversaciones: Por la Universidad Histórica en Santo Domingo, vamos de nuevo.

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