Las hermandades del Silecio y del Cristo de la Buena Muerte protagonizan las procesiones más solemnes de la Semana Santa de Orihuela
A las once de la noche y con la luna como única luz la Hermandad del Silencio volvió a salir de la Iglesia de Santiago para acompañar al Cristo del Consuelo en la noche del Jueves Santo. Un ritual que se repite año tras año desde 1940. La ciudad se queda completamente a oscuras, apenas alumbrada por los faroles que portan los hermanos y la luz que se proyecta sobre la talla de Jesús crucificado. También el silencio inunda las calles oriolanas, solo quebrado en ocasiones por el ruido de un tambor, de una bocina y en algunos de los tramos del recorrido por los Canto de la Pasión.
Como cada Jueves Santo miles de personas contemplaron esta procesión, la más solemne y austera de la Semana Santa oriolana, en una noche en la que Orihuela no duerme. A las dos de la madrugada y desde la Puerta de la Sabiduría de la Universidad de Santo Domingo la Hermandad penitencial del Cristo de la Buena Muerte también apareció en escena para culminar una noche donde el recogimiento y el silencio son protagonistas.
El Cristo de la Buena Muerte (anónima) recorrió las calles del Casco Histórico acompañado por la sobrecogedora ‘Música para los funerales de la Reina María’, de Henry Purcell, el ‘Miserere’ y ‘O Crux’ de Ginés Pérez de la Parra y el coro de los Cantores de la Primitiva Pasión.
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