Paseando el Segura

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Mateo Marco Amorós / Bardomeras y meandros

Joaquín Marín / Fotografía

Cuando vivíamos en la normalidad normal, en la de toda la vida, aquella de los besos y abrazos, la de los apretones de mano, y no en esta que dicen nueva y que yo no siento ni quiero como normalidad, nos llegaban ofertas de ocio para vivir la aventura en el río Segura. Haciendo rafting. Bien sobre una balsa, bien en grupo montados a horcajadas sobre un flotador con forma de banana, bien en kayak, bien en kayboat, esa especie de recámara o dónut flotante.

Esto por la Vega Alta. En tierras murcianas. Porque uno se asoma en Orihuela desde sus puentes al Segura y pocas posibilidades de aventura ofrece un caudal tan escaso. Por lo que nos cuenta nuestro amigo José Vivancos Bernabé, haciendo honor al apodo del que presume, ha disfrutado del río en Orihuela tanto o más que Cousteau los mares. Pero mi amigo habla de otros tiempos. Y me duele que ahora no puedan ser esos capuzones y periplos acuáticos de sus hazañas infantiles.

Paseamos las orillas del Segura desde el puente de Ociopía hasta el primer o segundo puente que hay tras los tubos del trasvase y lo que se nos ofrece para la aventura es averiguar de dónde tantos plásticos que flotan. Antes, subiendo hasta las lindes con Beniel, los veíamos retenidos en una parada. Ahora, instalada otra donde el puente de Ociopía, vemos próxima la basura. Entre gansos, ocas, patos y pollas de agua. Algún gato de vez en cuando se acerca asustando a las aves. La imagen invita a la poesía priorizando la inmundicia. Valgan unos versos de poeta poco original: Nuestras sobras son plásticos / que van a dar en la mar / que es consumir.

Bueno es que con esta parada tan cercana percibamos la contaminación. Siendo, mejor verla que no verla. Pero contemplándola recordamos aquel día que conocimos en Blanca o en Abarán, donde la noria, otro río. Ya lo advirtió Heráclito afirmando que ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni hombre ni agua serán los mismos. Y eso es lo que, paseando el Segura, nos sucede.

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