Orihuela acogió la conferencia “España, una situación lingüística insólita”

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Miguel A. Robles Martínez, miembro de la Plataforma de Docentes por la Libertad Lingüística

El miércoles 25 de enero se celebró una conferencia a cargo del Doctor Don José Antonio Giménez Ruíz, presidente de la PDLL. El título de la ponencia: España, una situación lingüística insólita.

La actividad forma parte de las actividades de la Cátedra Arzobispo Fernando de Loazes, de la Univesidad de Alicante, que dirige el profesor Gregorio Canales y que abarca multitud de asuntos que pueden ser de interés para la provincia de Alicante y en particular para la comarca de la Vega Baja y Orihuela.

El acto se desarrolló en la biblioteca pública y archivo histórico de Orihuela Fernando de Loazes, contando con una numerosa presencia de público que llenó todas las butacas del recinto.

La conferencia centró su tesis en una idea clave que explica todas las derivadas del problema lingüístico en España: la lengua es la principal seña de identidad y el nacionalismo la utiliza para lograr su proyecto separatista en todas las comunidades con más de una lengua, siendo la educación su mejor instrumento.

El profesor Giménez hizo una aproximación histórica centrándose en el caso que más nos afecta a los valencianos, el de la Comunidad Catalana. Defiende que estamos clonando el proceso de inmersión y que se avanza sin prisa para evitar la crispación de la población, que de ese modo no detecta los cambios como agresivos y no se da cuenta de que estamos en un proyecto de ingeniería social que busca cambiar la estructura social con el señuelo de la lengua propia.

 La lengua propia es una falacia que se aprovecha del espíritu del 78, cuando el ánimo de la clase política y de todos los españoles era partidario del entendimiento, la recuperación democrática y puesta en valor de las lenguas autóctonas. En esa búsqueda del consenso los nacionalistas consiguieron imponer en la constitución que la lengua de todos los españoles es el Castellano y no el Español. Una denominación nada inocente que buscaba dos cosas: situar a la lengua común como una más de las que tenemos en España y dejar la sospecha de que, en las zonas con más de una lengua, se ha impuesto la de una parte – Castilla- por encima de la que es natural. El valenciano es la lengua propia de los valencianos, pero el castellano no lo es de los españoles, sino sería el español. Es lo que denomina el poder de las palabras. Que la realidad desmienta esta superchería nacionalista no les afecta porque desde el principio de la democracia han contado con la indiferencia, la colaboración o la complicidad de los dos grandes partidos.

En la Comunidad Valenciana los hablantes con lengua materna valenciana son poco más del 30%. El 70% hablamos una lengua impropia. Esta notable estupidez refleja el sentido retrógrado, inmóvil y autoritario de la ideología nacionalista, contraria a la del buen patriota. El nacionalista es invasivo, el patriota es defensivo (ama su tierra, sus costumbres, su cultura, pero no la impone). El nacionalismo nos conduce a la balcanización y tenemos suficientes hechos en el siglo XX para saber las sangrientas consecuencias finales. Como nos enseña Isaiah Berlin, el nacionalismo es conquista del poder.

Afirmaba el profesor Giménez Ruíz que nada es casual, que esta realidad responde a un plan y que este, en Cataluña, fue ideado por Jordi Puyol y se denominó Programa 2000. Un proyecto totalitario que abarcaba todos los aspectos de la vida pública y privada, y que tenía en la educación uno de sus principales ejes. Denuncia que aquí, en nuestra comunidad estamos copiando paso a paso el mismo y la Ley 4/2018 es un acelerador que además viola los derechos lingüísticos de todos los valencianos y en particular los de las zonas denominadas de influencia mayoritaria castellanohablante. De facto y contra el propio estatuto de autonomía y la Ley de Uso y Enseñanza del Valenciano se nos niega la exención a estudiar y usar el valenciano. Esta ley tiene como objetivo último eliminar el español del sistema educativo, porque, hay que recalcarlo, no se trata de la promoción de lenguas vernáculas sino de la erradicación del español. El nacionalismo desprecia lo que no le conforma.

No pudo entrar a fondo en cómo afecta el uso de una lengua desconocida o poco utilizada en el aprendizaje de las materias que son impartidas en valenciano por profesores que también tienen limitadas sus capacidades expresivas. Pero sí dejo claro que perjudican especialmente a los alumnos más vulnerables; es por tanto un sistema antipedagógico y discriminatorio.

José Antonio Giménez es catalán de Manresa, profesor de historia y geografía, y ha publicado manuales docentes en catalán para los estudiantes de secundaria, además fue ganador de un premio literario en lengua catalana y es catalanohablante. Nadie puede pensar que estamos ante un caso, ni él ni su asociación, de repulsa de lengua alguna. Simplemente se combate la imposición, la inmersión forzada y la violencia que conlleva. El nacionalismo, dijo, produce mucho dolor, mucha injusticia; para corroborar sus palabras una asistente se levantó en el turno de preguntas para contar cómo su hija sufre esta persecución.

Ante la necesidad de luchar contra esta política iliberal y separatista comentó, para finalizar, que la plataforma está teniendo reuniones con otras asociaciones como Convivencia Cívica Valenciana o Idiomas y Educación al objeto de, desde la propia particularidad, luchar por los objetivos comunes. En línea con esto cerraron el acto el presidente de SCV Fernando Munt, que dijo que la manifestación del sábado en Madrid en favor de la Democracia, el Estado de Derecho y la Constitución supuso un aire de esperanza contra los separatismos que van justo en contra de estos valores. Y Julio García Esteve, que propuso la redacción de una ley nacional del español.

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