
Por Mario Martínez Murcia, presidente de la Cámara de Comercio de Orihuela
En mi anterior artículo de opinión hablaba de la proliferación de redes protectoras en edificios del casco histórico y sus alrededores y hoy, me pregunto si pronto empezaremos a ver ese tipo de medidas protectoras, las redes, en edificios que son monumentos nacionales. Hace unos días leíamos con estupor cómo se había acordonado la torre de la iglesia de las Santas Justa y Rufina por un desprendimiento de cascotes. Nada, algo sin importancia, unos trabajillos que se estaban haciendo y lo iban a arreglar, tema zanjado. Ayer, se cae una de las campanas de la Catedral. Afortunadamente la campana tuvo suficiente conocimiento y cayó hacia la parte de dentro de la torre. Afortunadamente, por el mal tiempo se suspendieron algunos de los actos que hacen que, de manera multitudinaria, los oriolanos salgan a la calle, y en concreto a la calle Mayor, en días puntuales como en la mañana de Domingo de Ramos. Afortunadamente…
Pues no. Dejemos de quitar hierro a estos asuntos. ¿Hasta dónde vamos a llegar? Si unimos la dejadez de particulares que no cuidan sus bienes a la falta de medidas por parte de las administraciones para cuidar el patrimonio cultural que es de todos y cada uno de nosotros, ¿qué nos queda? Nos queda, y no mucho, ver cómo todo se derrumba, literalmente.
Aprovecho en este punto para felicitarnos por la recuperación para la ciudad de edificios que estuvieron en riesgo pero que afortunadamente están a punto de terminar su proceso de restauración: El Palacio Rubalcava, los antiguos juzgados o la antigua sede de la Caja de Monserrate. Nos felicito, no porque ni yo ni la institución a la que represento haya tenido que ver, es una felicitación extensiva a todos los oriolanos y oriolanas porque estos inmuebles son parte de nuestro patrimonio, y al menos de momento, no tendremos que lamentar su pérdida. Era obligación del Ayuntamiento recuperarlos y aunque ha costado años, la voluntad de quienes han pasado por el Palacio del Marqués de Arneva (también recuperado en el último lustro) lo ha conseguido.
Pero falta mucho trabajo. La iniciativa privada debe tomar eso, la iniciativa, y la cosa pública favorecer esa inversión con medidas que la incentiven. Una vez más pido a unos y a otros que nos demos a las manos. Para ello pongo a su disposición las herramientas de las que dispone la Cámara de Comercio para hacerlo posible, por ejemplo, con la captación de fondos europeos a través de la oficina de Cámara España en Bruselas, fondos que han permitido la apertura del Coworking en Orihuela Costa y el desarrollo programas de formación de los que, con estos mismos fondos, se benefician jóvenes y personas de más de 45 años durante todo el año.
Porque en plena Semana Santa, ni se puede acordonar una iglesia que, repito, está declarada Monumento Nacional, ni se puede caer una campana de una Catedral que, como si se tratara de un salmo responsorial, repito, cuenta con la declaración de Monumento Nacional.
Quizá no sería mala idea en esta Orihuelica del Señor lo del salmo, hacer una composición de alabanza o invocación, pero no a Dios, porque de aquí, ni él nos saca, invocar a los propietarios de edificios protegidos en riesgo, de casas ubicadas en el ámbito de actuación del Plan Especial de Ordenación y Protección del Casco Histórico, en las inmediaciones de los Bienes de Interés Cultural o dueños de esos mismos bienes, a que los mantengan, a que acaben con la desidia en la que los tienen sumidos. Invocar a las administraciones local, provincial, autonómica y estatal (a estas simplemente presentando proyectos que puedan beneficiarse de las ayudas y subvenciones que tienen en marcha, y aprovecharlas).
PD. Espero que a alguien se le ocurra comprobar el estado de la torre gótica de la Catedral sobre la que han caído a plomo más de mil kilos de campana, y no tengamos que lamentar males todavía mayores.
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