
Por Víctor Valverde Sáez, portavoz del Grupo Municipal del Partido Popular de Orihuela
Existe una izquierda rancia y radical en España, que ejerce una hipocresía tremenda. Una izquierda que todo lo ve bien para defender la ideología, para lo que todo es legítimo en la salvaguarda de los privilegios que nos otorga la democracia, que defiende a muerte y por encima de todo los derechos y libertades…los derechos y libertades de los que piensan como ellos, porque cuando son otros los que se expresan, cuando son otros los que arrancan proyectos y nos son ellos los que los abanderan o van en contra de su manera de pensar o actuar, entonces amigo, cambia el cuento.
Es la izquierda que se autoerige como única defensora del feminismo mientras tapa a sus líderes que tienen comportamientos abusivos y vejatorios contra las mujeres, anteponiendo intereses electorales a cualquier otra cuestión. La misma izquierda que ve bien los escraches en las viviendas de los políticos, delante de sus familias, de sus hijos, de sus padres, pero que las condenan sin reparo ni vergüenza cuando la vivienda ante la que se producen los gritos y las pitadas es de algún correligionario. Ahí amigo, cambia el cuento.
Es la izquierda que presume de la defensa de la Educación y la Sanidad Pública, pero lleva a sus hijos a colegios de pago y contratan seguros privados. Esa izquierda que critica las puertas giratorias y que es la primera en colocar a sus amiguetes en alguno de los consejos de dirección de alguna gran empresa en cuanto dejan la política.
Es la izquierda rancia y extremista. Una izquierda que también existe en Orihuela. Una izquierda que se avergüenza hasta de sus siglas, cambiando las mismas en cada proceso electoral para tapar sus vergüenzas. La misma izquierda que no duda lo más mínimo en vender su alma al diablo y presentar una moción de censura para poco menos de un año, a sabiendas de que la ciudad iba a sufrir un retroceso, de que las promesas tras las que se escondían para agarrase al sillón nunca serían cumplidas. Una izquierda que es capaz de reivindicar actuaciones necesarias para la ciudad y votar en contra de los presupuestos años tras año. Una izquierda que cuando está en la oposición critica el sueldo de los asesores y cuando llega al poder es la primera en exigirlos aún sin llevar ninguna concejalía, y subiendo el sueldo de sus asesores. Una izquierda que habla sin parar de la igualdad de todos los vecinos pero que no tiene duda alguna en preguntar ¿pero usted sabe quién soy yo? para disfrutar de ciertos privilegios.
Y lo que es más bochornoso, ridículo y vergonzante, esa izquierda que participa en actos violentos y muestra su agresividad, insultando e increpando a cargos públicos en la vía pública, pese a ser ellos mismos representantes públicos, elegidos en las urnas gracias a un sistema político al que dañan con sus actuaciones y que les da un cobijo del que abusan sin reparo ni vergüenza. Esa izquierda que se siente cómoda en ese insulto, en esa agresión sin tener en cuenta cuanto daña a nuestra democracia.
Sin embargo, es justo reconocer que no todos los militantes y simpatizantes de partidos de izquierdas se dejan llevar por el ruido, el fanatismo y el caos. Me consta, porque personalmente tengo amigos que sé que prefieren quedarse al margen, seguir siendo fieles a sus ideales y no ser parte de lo que vivimos el pasado sábado.
Llevo demasiados años en política. Soy perfectamente consciente y consecuente con lo que recojo en este artículo, para hablar sin reservas de mis errores y aciertos, y sobre todo para tener claro cuál es el lugar en el que se debe posicionar un representante público, un político que representa a la ciudadanía, y que es, sin duda, lejos de la violencia y condenando sin reservas los actos que de ella emanen. Lo vivido el pasado sábado en Orihuela no tiene parangón. Todos aquellos que 48 horas más tarde, siguen manteniendo la mentira, la intoxicación, la inoculación indecente de odio contra el que piensa diferente, demuestran una vez más, que no están a la altura de su acta de concejal, esa acta a la que deberían renunciar si tuvieran el más mínimo decoro, sentido común y respeto hacia la ciudadanía de Orihuela a la que YA NO representan, precisamente por formar parte de esa izquierda rancia que a tantos votantes está defraudando. Así lo demuestran los votos que se han dejado por el camino.
Víctor Valverde Sáez
Portavoz del Grupo Municipal del Partido Popular de Orihuela
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