Por José Aix
¡¡Ya me extrañaba a mí!! Mucho ha tardado la izquierda valenciana en convocar la primera huelga de educación en la Comunidad Valenciana. Como saben, compatibilizo mi labor política en el Ayuntamiento de Orihuela con mi condición de docente en la vecina y querida Región de Murcia, pero mi deformación profesional, mi inquietud por lo público y mi condición de padre de tres niños en edad escolar, me llevan a formarme una opinión propia sobre la convocatoria del 23 de mayo.
No seré yo quien defienda la labor del nuevo gobierno autonómico de PP y VOX, pues, especialmente con estos últimos es escasa –por no decir inexistente- la coincidencia ideológica. Entenderán que quienes relativizan la violencia machista o ponen en jaque los derechos del colectivo LGTBI despierten en mí sentimientos muy alejados del entusiasmo y próximos, por el contrario, al rechazo más contundente, pero no puedo ni quiero ponerme de perfil ante una convocatoria que tiene mucho de ‘performance’ política y poco de compromiso real con la educación valenciana.
Llama poderosamente la atención que sea justo en la víspera del inicio de la campaña de las elecciones europeas el momento elegido para alzar la voz y hacer ruido por las decisiones adoptadas por el conseller Rovira en este primer tramo de legislatura, como también choca bastante el popurrí de motivos esgrimidos para tal fin. Ratios, la cuestión lingüística, el rechazo al distrito único, la reducción de la burocracia, la paralización del Plan Edificant y las reivindicaciones laborales de profesores y maestros. Desde mi posición políticamente neutral en este conflicto, la idea que se me impone es que algunos no han aceptado aún que las urnas les ubicaron en la oposición y no han aceptado tampoco que los nuevos dirigentes tienen una forma de pensar, sentir y actuar. No entro en si es mejor o peor, pero sí otra, Sin duda. Quienes hoy apuestan en su movilización por la defensa de los valores democráticos no deberían olvidar que también es de buen demócrata asumir que a veces toca ocupar espacios en los que se pasa frío. ¡Qué quieren que les diga yo!
Siempre he defendido y defenderé que cualquier gobierno, independientemente de colores y alianzas, apueste por una educación pública de calidad y que no hay mejor declaración de intenciones que aumentar las inversiones y reducir ratios. Todo lo demás –permítanme que no sea exhaustivo en el análisis- es complementario si se inyecta dinero a los centros y si nuestros hijos no están hacinados en las aulas. Me atrevería a afirmar que, si este fuera el sentido de la huelga de hoy, quizás serían diferentes mis palabras como también sería otro mi posicionamiento al respecto. ¿Pero qué tiene que ver esto con el valenciano, la apuesta por la libertad de elección de centro o la reducción de burocracia en colegios e institutos? ¿Acaso los papeleos de ahora no son los mismos que con el Botànic?
Ya lo dije en su momento -y vuelvo a reiterarlo en estas líneas- que me alineo sin matices en la apuesta por la libertad en la gestión de la educación, ya sea para decidir que mis hijos estudien en castellano o en qué colegio queremos que se formen. Quizás a otros les da vértigo ser libres o temen que los demás lo seamos, pero la turbidez de la huelga de hoy distorsiona algunos planteamientos con los que podría estar de acuerdo. Nuestro grupo siempre se mostró escéptico con el Plan Edificant por estar sustentado en una mecánica administrativa tremendamente compleja y por la brutal sobrecarga que esta herramienta supone a ayuntamientos como el de Orihuela en la asunción de competencias que no le corresponden, pero es cierto que, más allá de nuestra crítica inicial y del desgaste que me generó como responsable local de estos proyectos durante un tiempo, hoy tenemos veinte centros que nada tienen que ver con lo que teníamos tiempo atrás. Interpreto, pues, que el invento no era malo, pero sí lo era su compleja aplicación, por lo que lo más responsable ahora sería seguir la mecánica de algo que funciona y, sobre todo, respetar los proyectos que ya se habían aprobado antes de la cita electoral de mayo de 2023.
Me gustaría poder decir que estoy a favor de esta huelga y haber dado otra explicación a mis hijos cuando me preguntaron por la misma, pero la izquierda valenciana se empeña en hablar de lo suyo y para los suyos. Lo dicho: ¡¡ELECCIONES!!
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