Opinión: El libro de nuestros antepasados

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Por Rafael Almagro Palacios, concejal de Patrimonio Histórico 2015-2022

La Biblioteca de Cataluña ha contestado por fin, aunque no al ayuntamiento de Orihuela ni al Consell Valenciano de Cultura, ni a la mismísima Generalitat Valenciana. La Biblioteca ha enviado respuesta al escrito enviado el 24 de mayo pasado por la Asociación de Juristas Valencianos interesados éstos por el retorno del «LLibre de Repartiments … de Oriola». Bien es verdad, eso sí, que se trata de una respuesta escueta, de un solo párrafo, aunque con muchísimo contenido.

La Biblioteca viene a decir en su escrito de siete líneas firmado por su directora, doña Eugenia Serra, que son propietarios por adquisición en 1921. Pero, sorprendentemente la señora Serra añade un factor muy novedoso. Dice la señora Serra que en 2009 hubo un pacto por el que Orihuela reconocía que ellos eran los propietarios y, en contraprestación, se libraba a la concejalía de cultura de por entonces, una copia digitalizada en alta resolución del libro. (sic).

La verdad es que como respuesta denegatoria, hubiese bastado con señalar que se consideran los propietarios legítimos, pero miren por dónde se añade la inédita y sorprendente figura del pacto.

Y de sobra conocíamos aquí que ese pacto jamás existió. Es obvio que de haber habido un acuerdo en ese sentido habría sido público desde el momento mismo de su mero planteamiento. No obstante, por su mención en un escrito oficial y de tanta importancia como es la respuesta a Juristas Valencianos, me consta que llevó a los responsables a buscar expediente por expediente la posible existencia de tal documento.

Tras las oportunas averiguaciones por parte del ayuntamiento y ante el más que seguro requerimiento por parte de la Asociación de Juristas (imagino que telefónico, para no levantar más polémica), la señora Serra, que allá por 2009 no era la directora de la biblioteca si no la responsable de coordinación general, hace saber que no hay ningún escrito en tal sentido y que se trató de un pacto verbal. (sic).

Estaba claro que no existía ese acuerdo, pues de ser así también hubiesen aportado con mucho gusto una copia del mismo, lo que nunca ha ocurrido desde 2009. Ningún responsable político en la administración oriolana va a reconocer jamás que nuestro libro pertenece a nadie que no sea el ayuntamiento de Orihuela. Tanto es así, que una vez que este asunto llegue a los tribunales de justicia, que llegará, si se diese el caso de que la sentencia nos fuese desfavorable y le fuera reconocida la propiedad a la Biblioteca de Cataluña, Orihuela debería continuar con más empeño, si cabe, por la recuperación del libro por otras vías. Nuestros antepasados nos lo demandan y tenemos una deuda con ellos. Por otra parte, estamos obligados a continuar la labor que realizaron las corporaciones anteriores que trabajaron por su recuperación. Tal vez la más significativa sea la del canónigo comisionado a tales efectos D. Elías Abad en 1931, una vez conocida su aparición y tan solo veintitrés años después de que se produjera el robo. Fíjense que todavía estaba el libro “caliente” y la Biblioteca ya se negaba tajantemente a devolverlo a Orihuela, aún conociendo perfectamente que había sido sustraído de su archivo y ser durante siglos su indiscutible propietario.

El libro estaba inventariado y custodiado en las dependencias municipales, si bien, allá por el año 1907-8 no existían las medidas de seguridad que tenemos hoy en día. Por el contrario, y por desgracia, lo que si había por entonces era cazadores de tesoros, depredadores de las antigüedades que se hacían fácilmente con piezas únicas, auténticas joyas por las que otros más desalmados todavía estaban dispuestos a pagar enormes cantidades de dinero.

Como es normal en este tipo de actuaciones ilícitas, durante unos años se desconoce el paradero del libro, pues para que se pueda adquirir algo previamente robado y no tener que dar muchas explicaciones debe pasar el tiempo, y decir que lo has adquirido de muy buena fe a un legítimo poseedor. Así, por fin, el libro aparece en manos de un afamado librero para unos, un tipo oscuro para otros, que es quien lo pone en manos de la Biblioteca de Cataluña.

Salvador Babra no era un librero al uso tal cual hoy los conocemos, era más bien una especie de personaje de esos que aparecen en las películas de Indiana Jones y que se van haciendo con piezas históricas de incalculable valor.

Este individuo, por su propia valía personal destacó pronto para manejarse muy bien en el mundo de las antigüedades y el coleccionismo, etc., a lo que contribuyó primeramente, y de forma fundamental, los conocimientos adquiridos por parte de sus mentores, más la propia experiencia posterior. Babra, como experto que era, debió conocer perfectamente cuál era el libro que llegó a su poder y debió ofrecerlo en primer lugar al ayuntamiento de Orihuela. Está claro que no consideró esa opción y se dirigió directamente a quienes lo esperaban con los brazos abiertos.

No se puede obviar de ninguna manera que al igual que hoy, a principios del siglo pasado, existía una cierta efervescencia en ciertos sectores políticos catalanes por documentar y poseer todo aquello que sirviese para dar soporte a su gran historia, lo que incluye a Orihuela. Hay que recordar que el libro contiene seis particiones, las cinco primeras en castellano y la sexta en catalán al estar realizada ya bajo dominio de la corona aragonesa que, finalmente había conseguido desplazar a los castellanos.

No es un libro cualquiera el que estamos reclamando, es el libro de partición y reparto de tierras entre los habitantes de varias épocas y que ha permanecido en Orihuela desde su creación a mediados del siglo XIII hasta su robo. Pertenece, por tanto, a Orihuela. Y no como una obra de arte (que lo es), ni tampoco por ser un símbolo identitario (que también lo es). Pertenece a Orihuela porque su razón de ser es el reparto de las tierras de Orihuela y buena parte de nuestra comarca. Las personas pasamos, pero nuestra tierra sigue aquí. Entiendo que la solución es bien sencilla y es la siguiente: la Biblioteca de Cataluña se queda con la copia digitalizada en alta definición y Orihuela recupera SU libro.

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