Por Mateo Marco Amorós
Fotografía por Joaquín Marín
En estas fechas en las que muchos jóvenes deciden su futuro eligiendo carrera universitaria, proliferan en los medios de comunicación reportajes que informan sobre qué grados tienen mayor o menor salida profesional. Así en EL INDEPENDIENTE en su edición digital de siete de junio, aprovechando estadísticas publicadas en HUFFPOST. Bajo el título «Estas son las carreras con menos salidas laborales en España» se enumeran de peor a menos peor las diez siguientes: Conservación y Restauración, Filosofía, Literatura, Historia, Lenguas modernas y aplicadas, Historia del Arte, Bioquímica, Bellas Artes, Comunicación y Ciencias del mar.
En estos días recuerdo aquellos días en los que tuvimos que decidir qué carrera cursar, jornadas de incertidumbre que sólo superamos con las dosis de irresponsabilidad e ilusión propias de la juventud que teníamos. De hecho, acordándome de aquellos días, siento ahora más zozobra que entonces. Si entonces hubiéramos atendido estadísticas de futuro, como opiniones fundadas, no hubiéramos estudiado lo que estudiamos. Decidiendo con el corazón, no hicimos caso.
Visto lo visto, vivido lo vivido, no nos podemos quejar. De aquellos tiempos y de aquella decisión obligado es que agradezcamos a aquellos profesores que en COU, el Curso de Orientación Universitaria, que equivaldría hoy a segundo de bachillerato, determinaron nuestra vocación por la Historia. Por un lado, al profesor don José Antimo Miravete Gómez; por otro, a don José Luis Pastor Zapata. La decisión final no la teníamos fácil por la magnífica influencia de otros profesores de otras asignaturas que también nos cautivaron. Pero en aquel curso las Historias, del Arte y Contemporánea, fueron determinantes.
Que nadie pida responsabilidad a mis mentores sobre mis defectos como profesor. Lo hemos manifestado más de una vez: mis defectos son de mi cosecha, las virtudes –si acaso las he tenido– son suyas, imitándoles. Por otro lado, volviendo al ranking de peor futuro profesional, que un país como España, con el patrimonio artístico envidiable que posee, no coloque a profesionales en conservación y restauración, es un país que se descascarilla. Y un país que se descascarilla es un país sin futuro. Pero sobre esto, grave, habrá que hablar en otro momento.
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