Por Mateo Marco Amorós
Fotografía por Joaquín Marín
Estrenando el verano ha venido a coincidir el punto final a esta columna, «Nostalgia de futuro», con la jubilación de nuestra compañera Dolores –Lola– Rodríguez Gracia, profesora de Filosofía en el IES Paco Ruiz de Bigastro. Si cerrar una columna pide hacer balance de lo tratado, en este caso a lo largo de año y medio, mucho más exige el honrar merecidamente a quien durante muchos años ha hecho de su vocación profesión ejemplar. También, si cerrar una columna invita a plantearse otra futura, una jubilación, sin menospreciar lo recorrido, exige mirar hacia adelante, hacia todo lo que queda por recorrer.
Hace poco nos llegaba un texto sobre Thoreau recordándonos que el escritor estadounidense se retiró a una cabaña en medio del bosque junto al lago de Walden, desnudo de equipaje, para entre otras cosas no descubrir, cuando muriera, que no había vivido. Bien sabemos que el tráfago educativo, como cualquier profesión ejercida con vocación y entrega, nos despista de la propia vida. Así, llegando la jubilación toca retomarse uno mismo. Precisamente, en ese afán por retomarse me confesaba Lola su programación para el curso de la vida de júbilo que le espera, programación basada en viajar, leer, escuchar música y disfrutar de la familia. Actividades necesariamente transversales para aprovecharlas al máximo.
Viajar con el espíritu de los auténticos viajeros, esponjas de todo alrededor, no el de esos turistas transportados, indolentes, inmunes al contagio de lo otro. Leer en relación con esos viajes porque la lectura nos permite vampirizar otras vivencias y perspectivas. Escuchar músicas, también relacionadas con lecturas y viajes, apreciando su lenguaje universal. Y la familia, esa entidad en la que sangre y querencias hechas carne de nuestras carnes nos hacen entrega y recepción. Atractiva programación por muchos años.
Pero que el futuro no borre lo pasado. Hemos bregado mucho en un mundo maltratado por una legislación harto cambiante y por cambiante arbitraria, pero humildemente creo que aun las dificultades hemos servido con honradez. Permitidme, sí, que uno hable como si también se fuera. Tiempo al tiempo. Despidiendo cariñosamente a Lola, también, sin cerrar puertas, nos despedimos nosotros.
Leave a Reply