La Semana Santa de Orihuela no podría entenderse sin los Cantores de la Pasión, que anuncian a viva voz que se acerca la muerte de Jesús
Como si de la llave que abre la puerta de una semana de dolor se tratara, el Canto de la Pasión resuena en las noches que preceden al inicio de la Semana Santa de Orihuela. A oscuras, con la única guía de un farol las voces de los cantores de la pasión envuelven los rincones más emblemáticos de la ciudad cuando cae la noche. Es el anuncio a viva voz de que se acerca la pasión, muerte y resurrección de Cristo.
En apenas horas las calles serán tomadas por los nazarenos, los pasos, las bandas de cornetas, y los «ruidos» característicos de la Semana Mayor oriolana, pero en el preludio de las noches de que la preceden solo el sonido característico de las voces de la pasión rompen el habitual silencio que acompaña a los rincones de cualquier ciudad cuando cae el ocaso en el invierno.
El Canto de la Pasión es una de las tradiciones más arraigadas con las que cuenta la Semana Santa de Orihuela y uno de los elementos que le valieron su declaración de Interés Turístico Internacional. Una costumbre de origen incierto, ya que los historiadores no se ponen de acuerdo en el año de su aparición, aunque lo cierto es que la pasión tal y como hoy la conocemos se remonta al año 1926 con la formación del primer grupo de Cantores de la Pasión que recuperó esta tradición mediante la cual se representan los sufrimientos y la muerte de Jesús.
Este grupo, compuesto por 42 hombres, se reúne todas las noches desde el domingo que precede al de Ramos y hasta el Sábado Santo para interpretar este cántico tradicional que logra que los vecinos se asomen «por ventanas y balcones», como reza una de sus piezas más célebres. Le acompañan fielmente un farol, que antiguamente se utilizaba para alumbrarse en la penumbra pero que en la actualidad sirve como recuerdo a los que ya no están, y una bota rellena de mistela para destensar sus gargantas.
Sus noches son impredecibles puesto que es habitual que cada velada reciban «ofrecimientos» por parte de espectadores que, en señal de agradecimiento por cantar bajo sus ventanas, los convidan a tomar un tentempié. Algo que surge de forma espontánea en ocasiones o que en otras forma parte de las citas ineludibles de estas fechas. Es el caso de la parada en la casa de Manuel Gutierrez, uno de los componentes de los Cantores de la Pasión, y de su mujer Trini, que desde hace años ofrecen un ágape a todos los compañeros tras la parada de rigor bajo su ventana.
En tres de sus veladas durante la semana previa a la Santa los acompaña Íker, que con tal solo nueve años ya sabe que en un futuro cogerá el testigo de su padre como cantor. Aunque él no ha sido su maestro porque su primera capa se la hizo a los seis años uno de los veteranos, su mentor el maestro Juan José Soria ‘Pina’. Él es el futuro de una agrupación en la que históricamente la tradición se pasaba de padres a hijos, aunque en la actualidad pueden acceder hombres que no tengan lazos sanguíneos dentro del grupo aunque sí es requisito tener algún tipo de vínculo.
Los Cantores de la Pasión se distinguen de la otra agrupación oriolana (Primitiva Pasión) por su característica capa negra que fue recuperada en los años 80, y por su forma de interpretar la música. La diferencia básica es que su canto procede del boca a boca, de la tradición oral.
Por su singularidad y tradición el Canto de la Pasión está pendiente desde el año 2012 de la resolución para ser declarado como Bien de Interés Cultural (BIC) por parte de la Conselleria de Cultura. Y también se ha iniciado el procedimiento para declararlo Bien de Interés de Protección Local.
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