La Cofradía de Los Azotes y la Hermandad del Cristo de Zalamea organizan el primer desfile con nazarenos de la Semana Santa de Orihuela
Hemos tenido que esperar tres años para volver a ver a hombres y mujeres vestidos con túnicas, capirotes y capa en la calle. Tanto que a más de uno le parecerá como si fuera la primera vez. Quizás en algún sentido lo sea, viendo cómo la pandemia ha conseguido poner el mundo patas arriba en los últimos dos años. Lo que está claro es que la procesión de la noche del Domingo de Ramos ha supuesto el reencuentro con dos elementos sin los que no se entendería la Semana Santa de Orihuela, los nazarenos y el reparto de caramelos. De lo segundo se encarga la Cofradía de la Flagelación -conocida popularmente cómo «Los Azotes»- la cual ostenta el privilegio de ser la primera que lo hace, cómo así rezan año tras año los carteles que la agrupación pasional distribuye por las calles de la ciudad durante la Cuaresma. Un pelotón de rojo y morado abría el cortejo tras el Porta-Estandarte Infantil, José Barberá. Niños del colegio del Carmen han puesto las primeras notas de música con sus tambores antes de la llegada del tercio del paso titular. Encabezado por la Porta-Estandarte Mayor, Mari Carmen García Roca, nazarenos con cirios anteceden un grupo escultórico realizado por Enrique Galarza en 1945, en el que Jesús es azotado por dos sayones con gesto violento. Enfatizando aún más el dolor de los Azotes, los sones andaluces de la Banda de Cornetas y Tambores de la Flagelación de Guardamar. Tras el paso de los azotes, la cofradía pone en la calle el paso de La Coronación de Espinas, conjunto de cinco imágenes de Manuel Ribera Girona, discípulo de Sánchez Lozano, quien tallara las imágenes en 1969.
La segunda agrupación pasional de la noche, la Hermandad del Cristo de Zalamea, supone una diferencia dentro de las cofradías de nazarenos de la semana mayor oriolana. Penitentes que vestidos de blanco y negro no dan caramelos, sólo estampas de sus titulares. La primera en la procesión, la Virgen del Consuelo, obra anónima del siglo XVIII que siempre es acompañada por las mujeres de la Hermandad. Sólo ellas la portan a hombros, a los sones de las marchas interpretadas por la Banda de Música “Los Ideales” de Orihuela. Los hombres por su parte alumbran al Cristo de Zalamea, una talla del siglo XVII, que ha sido atribuido tanto a Nicolás de Bussy como a Salzillo, y que despierta una gran devoción y respeto allá por donde pasa. Tras él, cerraba la procesión la presidencia con José María Fernández-Corredor, consiliario de la hermandad y el alcalde, Emilio Bascuñana, en calidad de Hermano de Honor, uno de los cargos anuales de la hermandad.
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