Maruja Cuenca, la madre de la mujer asesinada en Orihuela en 2014, sigue peleando por la custodia de su nieta de cuatro años, que desde agosto vive con una familia educadora
Maruja Cuenca muestra la carta escrita por su nieto de 11 años
La impotencia, la rabia y el dolor son los sentimientos con los que convive Maruja Cuenca desde que hace dos años su hija Yolanda fuera asesinada a golpes por su pareja, en la casa que ambos compartían en el barrio de Capuchinos. Desde que diera sepultura al cuerpo de su hija, su único objetivo ha sido hacerse con la custodia de su nieta, el recuerdo más vivo que puede tener de Yolanda. Y por ella que pelea con todas sus fuerzas y sin descanso.
La pequeña Mari Carmen, de cuatro años y medio, vive desde principios del mes de agosto con una familia educadora después de que la Conselleria adoptara esta decisión en base a una sentencia del mes de octubre del Juzgado de Primera Instancia Número 8 de Alicante en la que aseguran que «es la medida de protección más adecuada para la menor» y el argumento principal es la edad de la abuela, que tiene 60 años. Maruja recurrió esta sentencia porque afirma que se encuentra perfectamente para cuidar de la niña y seguir trabajando como ha hecho toda su vida. Sin embargo los servicios sociales de la Generalitat siguieron adelante a pesar de la sentencia todavía no era firme.
Durante este mes ha podido ver a su nieta en tres ocasiones en vistas programadas de una hora y media de duración, y siempre bajo la supervisión de una persona del centro de menores de Alicante. El próximo martes tiene prevista la última visita autorizada por el Consell, y después de ese día no sabe cuándo podrá volver a verla. Los encuentros, explica Maruja, «siempre acaban con la pequeña llorando porque desea volver a casa con su familia». La última vez que se vieron la niña le preguntó a su abuela que cuándo la iba a llevar a su colegio, el centro Virgen de la Puerta.
«No hay derecho a lo que la Conselleria está haciendo con mi nieta, su familia somos nosotros», asegura mientras muestra la carta que ha escrito su nieto Roberto, de 11 años, quien vive con gran desesperación la ausencia de su hermana pequeña. «La gente no sabe lo que yo estoy sufriendo, yo solo pido que me devuelvan a mi hermana ya que a mi madre no me la puede devolver nadie», dice el pequeño en un emotivo escrito.
Esta agonía se prolongará al menos hasta el 29 de septiembre, fecha en la que se ha fijado el juicio para resolver la custodia sobre la menor. Entonces se decidirá si la pequeña vuelve a casa con su abuela y su hermano Roberto, o si continúa en amparo de los servicios sociales de la Generalitat Valenciana.
Calvario
El calvario de Maruja Cuenca comenzó en el mismo instante en el que asesinaron a su hija puesto que en primera instancia la custodia de la niña fue para la tía paterna, hermana del presunto asesino y madrina de la niña. La abuela comenzó entonces una batalla para lograr que la pequeña dejara de vivir con la familia del asesino de su hija –actualmente en la cárcel- y volviera a su casa. Lo logró, pero su odisea por recuperar se truncó cuando una decisión judicial decidió arrebatarle a su nieta hasta que un juez dirima el asunto.
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