Tendencia a aumentar en los próximos años y expandirse a la primavera y al otoño
Artículo de Pedro José Gómez Cascales – Autor del Proyecto MeteOrihuela
Venimos de noches en las que se hace difícil conciliar el sueño. En climatología, las llamadas “noches tropicales” son aquellas en las que la temperatura mínima no desciende de 20ºC y las “noches ecuatoriales” o “noches tórridas” son aquellas en las que la temperatura mínima no desciende de 25ºC.
Si observamos el número de noches por década con mínima superior a diversos umbrales en el observatorio de Orihuela – Desamparados, se ve una clara tendencia de aumento. Todos los escenarios apuntan a que seguirán incrementando en los próximos años, expandiéndose a la primavera y al otoño, suponiendo una pérdida de confort.
Estas noches tan cálidas apenas se producían en el siglo XX. Es un fenómeno que ha ido evolucionando durante el siglo XXI. Las consecuencias son casi exclusivas de la actividad humana:
1) Calentamiento global (efecto global). Los escenarios de Cambio Climático y las últimas proyecciones realizadas por la Agencia Estatal de Meteorología para España, indican por ejemplo que en la Comunidad Valenciana aumentarán de media un 30% el número de noches tórridas hasta 2100.
2) Crecimiento de la “Isla de Calor” de las ciudades (efecto local). La estructura urbana impide la circulación de aire, y los materiales que la componen (asfalto, edificios, tráfico, etc.), contribuyen a una mayor concentración del calor en el centro de las ciudades durante el día, resultando más difícil disipar a lo largo de la noche.
3) Gran influencia del mar en la temperatura del aire de las localidades costeras (efecto global y local). En general, en los últimos años, también se observa una tendencia al alza en la temperatura superficial del Mar Mediterráneo, por lo que el típico sistema de brisas, que refrescan las noches, cada vez es menos efectivo.
Situación preocupante. Según D. Javier Martín Vide, Catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona, “en personas con enfermedades crónicas y en el umbral de la pobreza, sin aire acondicionado, estos valores nocturnos se han convertido en un riesgo para la salud”.
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