La adjudicación de las obras de mejora de la Calle Caballero de Rodas ha sido uno de los muchos episodios negros que han jalonado la reciente historia de Torrevieja, poniendo graciosamente 3,4 millones de euros a disposición de Sedesa, una de las empresas de Vicente Cotino, sobrino del todopoderoso Presidente de las Cortes Valencianas, Juan Cotino.
Las obras fueron un desastre pese a que el Equipo de Gobierno del P.P. aprovechó la ocasión para enchufar a técnicos supervisores a diestro y siniestro, además de los del Ayuntamiento que son legión, apareciendo todo tipo de fallos, deficiencias y desperfectos y dejando un reguero de irregularidades propias de los más renombrados chapuceros.
Las subcontratas cambiaban de un mes para el otro, justamente el tiempo que aguantaban sin cobrar, y fueron muchos los pequeños empresarios y proveedores de Torrevieja y de la Vega Baja que tuvieron que resignarse a dar por perdidos los trabajos y suministros que les adeudaba la mencionada empresa Sedesa.
A todos estos daños económicos hubo que sumar los ocasionados en varios edificios como consecuencia de inundaciones de garajes, bajos y sótanos por taponamiento de los desagües, así como accidentes de vehículos y peatones originados por el mal estado de la monumental chapuza. Todo un despropósito que sólo sirvió para poner en los bolsillos de la empresa del sobrino de Presidente Cotino, limpios de polvo y paja, los 3,4 millones de dinero público de los sufridos contribuyentes, pasando seguidamente a la situación de concurso de acreedores
Pese al clamor de los indignados vecinos de Torrevieja, el que fuera Alcalde – y ahora condenado a cárcel por graves delitos de corrupción-, así como su equipo de gobierno, taparon todas las irregularidades y recepcionaron las obras, calificándolas como muy buenas y hasta como excelentes, importándoles un bledo las quejas de los vecinos, el escándalo de los estafados y la magnitud de la chapuza.
Al año justo se tuvo que asfaltar la calle, retirando el caro adoquinado que ahora se amontona en un abandonado solar municipal, manteniendo la calle su encharcamiento en cuanto caen cuatro gotas de lluvia, y no pudiéndose utilizar ninguno de los 33 contenedores soterrados de la basura porque la empresa que los suministró los precintó por impago, hecho éste que era conocido por el Ayuntamiento antes de liquidar definitivamente el importe de la contrata a la mercantil.
Pero la cosa no acabó ahí. Para redondear la faena y agradecer el favor, el entonces Alcalde y Diputado Autonómico, el condenado Hernández Mateo, invitó al Presidente de las Cortes Valencianas para que asistiera a la elección y toma de posesión de su heredero y sucesor en la Alcaldía de Torrevieja, Eduardo Dolón, quien tras ser proclamado Alcalde se fundió en un acalorado abrazo con tan ilustre invitado, Juan Cotino. En ese solemne momento, uno de los Concejales de Los Verdes le gritó desde su escaño “dile lo de Caballero de Rodas” (“detalle de mal gusto de un aguafiestas”, pensarían).
La realidad, la habitual: los siempre presuntos corruptos y sinvergüenzas hicieron el negocio redondo; muchos de los responsables que podían haber evitado la gran chapuza miraron para otro lado, cómplices y satisfechos; los ciudadanos pagaron y se tragaron el marrón, sufriendo sus nefastas consecuencias.
Un retrato perfecto de la época de saqueo y corrupción protagonizada por una parte muy importante de la plana mayor del P.P. de la Comunidad Valenciana y del resto de España y por determinados empresarios afines que sin ningún tipo de escrúpulos han llevado a nuestro país a la ruina, empobrecido a millones de personas y vaciado de contenido los más elementales derechos y servicios.
P.D. Se preguntarán ustedes si dimitió alguien. ¿Imaginan la respuesta? Nadie.
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