Sostiene el diccionario que INEFABLE es aquello que no puede explicarse con palabras. Inefables son todas aquellas experiencias, hechos y emociones ante las cuales carecemos de fórmulas racionales con que contarlas. Inefable es una emoción intensa, una conducta inesperada e incomprensible de alguien. En definitiva, algo así como lo sucedido estos últimos días con el tándem PP-Mayoral en el Ayuntamiento de Orihuela.
Pero no siempre han sido Inefables. Al principio todo era muy sencillo y la explicación de sus avatares fue absolutamente previsible. Tras la derrota electoral de mayo del año 2011, la diputada y portavoz Lorente, imputada por corrupción junto a cuatro compañeros suyos de banquillo, perdió la alcaldía y se sumió en el más profundo de los pozos. Pasó de ser la súperestar del PP alicantino, secretaria provincial del señor Ripoll, alcaldesa de Orihuela, presidenta del PP Oriolano y no sé cuántas cosas más a perderlo todo y reducir su papel al de portavoz de la oposición frente a un «gobierno de bazofias de izquierdas» (Ferrando dixit).
Dicen que, en la vida, no hay que ir hacia atrás ni para coger impulso. Pero a la señora Lorente y su «equipazo», como ella los llama, se le empezaron a dibujar en el horizonte negros pronósticos de desventura.
De repente, un día, pasado el impacto inicial, pasada la profunda depresión y el coraje de verse orillada del poder, del halago, del protagonismo, de la pasarela donde habitaba desde los 18 años, comenzó a hacerse preguntas sobre su futuro político y profesional que, para el caso, es el mismo. Y de repente, vislumbró la nada. Sin profesión a la que retornar, sin expectativa laboral alguna, sin futuro político, sin oropeles, sin palmaditas en la espalda, sin negocios ni apaños en el horizonte, sin hueco parlamentario, sin, sin, sin….
Más bien al contrario, vislumbró que su futuro será una sala judicial, un banquillo de acusados, una posible condena y, lo más duro de todo, una profunda soledad de perdedora.
Pero algo enternece en esta historia de derrota, sin duda. No hay crueldad en el lienzo. Sólo hechos, cronología y hemeroteca. Por eso, la estrategia de supervivencia política que ella y la señora Ferrando (su producto, su obra demiúrgica) lideran estos días tiene más de canto de cisne que de moción de censura.
En algún momento indeterminado han perdido la brújula. En algún momento han perdido la capacidad racional de comportarse. La pretendida moción de censura con la que alimentan falazmente a su desarmada tropa y tras el esperpento ofrecido con sus conatos de poderío sólo manifiestan la profunda desesperación en la que se hallan sumidas. Y el espectáculo, con ser importante, sólo sirve para vender titulares y amenizar tertulias. Pero en realidad, es lo de menos. Lo relevante está al otro lado del espejo.
Lo relevante es el drama profundo de este municipio desde hace tantos años en relación con su escenario político minado por trifulcas, escándalos, escisiones internas, luchas cainitas, corrupción y ruina.
Lo relevante sigue siendo inefable: ¿por qué Orihuela y por qué durante tanto tiempo el PP regional y nacional han consentido este espectáculo? ¿Porque ganaban elecciones? ¿Porque el granero daba mucho grano aunque no fuese trigo limpio?
El señor Fabra tiene el mérito justo al decirle a Lorente que se aparte de su camino. Cuando el señor Fabra y el señor Rajoy proclaman la desventura de los imputados, olvidan dónde estaban y haciendo según qué cosas durante los últimos años.
Ahora todo estalla por las costuras. Y siempre hay cómplices en el camino, cómplices que afirman no pretender nada, no querer nada, no esperar nada. La señora Mayoral no miente. No espera un cargo ni un puesto. Ella se conforma con aplacar sus deseos de venganza y el profundo resentimiento que la consume. No me negarán que de todas las fuerzas que mueven el corazón humano, el odio y la venganza son las más potentes. De ahí a ejercer de abogado y firmar una moción ilegal, va un paso.
Por eso, cuando alguien me pregunta qué pasa en Orihuela, yo no puedo por menos que utilizar el calificativo de Inefable. No hay palabras para esta tormenta perfecta en la que nos hallamos y nos ha tocado vivir. Nadie elige cuándo le toca gobernar un pueblo ni las circunstancias económicas, políticas y sociales que debe administrar. Sin embargo, tengamos claro que tras la tormenta, siempre estalla la luz con más fuerza que nunca.
La conducta del PP Oriolano nos deja sin palabras. Nadie sabe dónde van, ni por qué, ni para qué. Quizá ellos tampoco lo sepan y ni siquiera les preocupe mucho. Cuando no hay camino, hay que hacerlo al andar. Aunque sea al precipicio. Mientras tanto, seguimos estupefactos ante lo Inefable.
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