Mateo Marco Amorós / A cara descubierta
Joaquín Marín / Fotografía
A pesar de la dilatada resaca electoral permítasenos una reflexión al hilo de las elecciones municipales. La virtud de estos comicios es que solemos conocer mejor a los candidatos. Unos por otros siempre hay quien conoce a quien. Que si una que se presenta es vecina mía. Que si el otro fue conmigo al colegio. Que aquel era de mi cuadrilla. Que un primo de esa es de mi quinta. Que frecuentamos el mismo bar… Circunstancias diversas que nos permiten conocer mejor a los aspirantes.
Repasando listas electorales de municipios donde vivo, descubro con satisfacción nombres de personas, militando en diferentes partidos, a las que votaría. De derechas, de centro-derecha, de centro-centro, de centro-izquierda, de izquierda, de izquierda-izquierda… Conservadores unos, liberales otros, socialdemócratas, eurocomunistas de siempre, ecologistas puros… Y los aprecio más allá de las siglas. Por esto habríamos de considerar nuestras hipotéticas fobias y prejuicios. Y valorar por encima de todo la diversidad ideológica. Quienes piensan distinto a nosotros no tienen por qué ser enemigos. Muchas veces son quienes precisamente por pensar distinto nos enriquecen.
Malo cuando criminalizamos al contrario. Es verdad que son amenaza quienes de conquistar el poder no respetarían como nosotros respetamos. Pero desde la base del respeto a los Derechos Humanos, a las libertades, que otro pretenda una gestión desde una perspectiva más o menos liberal, más o menos socialdemócrata, no ha de violentarnos aun no coincidiendo con nuestro preferido modelo de gestión si detrás de la propuesta hay una voluntad de servicio o la convicción de que desde su perspectiva es lo positivo para la comunidad.
Sí, conozco a gente que milita en diferentes partidos y conociéndolos sé que lo harán o harían bien de tener que asumir cualquier responsabilidad. Luego, habrá de esperar que el poder –que es mucha responsabilidad– no les cambie. Como que los aduladores de oficio no les atolondren las entendederas. Que siempre aprecien la realidad cotidiana y la previsión de futuro. Dicho lo cual, ¿por qué no esas listas abiertas que en ocasiones hemos reivindicado?… Y aunque peligre la partitocracia, que los que se muevan salgan en la foto.
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