La importancia del patrimonio de las oriolanas y oriolanos: El caso de La Diablesa

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Martin Borislavov
Secretario de Organización de Compromís por Orihuela

Ante la negativa del alcalde de Orihuela a defender la propiedad municipal de La Diablesa frente al Cabildo, la ciudadanía de Orihuela no puede permanecer pasiva. Esta obra, de Nicolás de Bussy, se trata de una de las piezas más importantes del patrimonio de nuestra ciudad, patrimonio que, con el visto bueno de las autoridades, ha ido sufriendo un saqueo constante.

El triunfo de la Cruz es parte del legado histórico que nos ha dejado nuestro municipio y desde siempre el Ayuntamiento ha actuado como propietario. En los últimos años, cada vez que la obra ha salido de Orihuela  ha sido con el permiso del Ayuntamiento. Además, todas las restauraciones desde el siglo XIX se han sufragado con dinero de las arcas municipales, y en los catálogos consta como propiedad del Ayuntamiento.

Pagada por los labradores de los tres arrabales de nuestra ciudad, está más que claro que la talla de Nicolás de Bussy nunca ha sido propiedad de la Iglesia, y menos del Cabildo. La Diablesa permaneció desde su creación en la Capilla del Loreto y, más tarde, ya en el siglo XIX, al suprimirse las cofradías, la ciudad se hizo cargo de la pieza y la depositó en la Casa de la Misericordia, lugar en el que permaneció durante la República, y más tarde pasó a ocupar edificios públicos.

En el año 2010, la entonces concejala de Cultura, Pepa Ferrando, la prestó al museo diocesano, pero un año más tarde el municipio la recuperó y la volvió a restaurar. Fue en ese momento cuando el Cabildo denunció al Ayuntamiento. Cuando Ferrando cedió la obra al museo diocesano, lo hizo sin ningún tipo de condición ni documento que otorgara derechos a la Iglesia sobre La Diablesa. Por lo tanto, la obra de Nicolás de Bussy en ningún momento de su historia ha pertenecido ni a la Iglesia, ni al Cabildo. Es una pieza que pertenece al pueblo y debe ser gestionada por el Ayuntamiento para el beneficio de las ciudadanas y ciudadanos de Orihuela.

Si bien es cierto que se debe buscar estabilidad y mantener la buena relación entre el Consistorio y la Iglesia desde el respeto mutuo, estas no pueden ni deben basarse en  desposeer al pueblo de Orihuela de una de las piezas más importantes de su patrimonio y es por eso que debemos exigir que las personas que nos representan en el Ayuntamiento defiendan nuestros intereses y nuestro patrimonio, que se encuentra bastante abandonado. Además, esta obra debe jugar un papel fundamental en los ingresos económicos de nuestra ciudad, provenientes del enorme patrimonio histórico y artístico que posee.

En cuanto al lugar más adecuado para ubicarla, debería escogerse entre el Museo de la Semana Santa o La Capilla del Loreto, lugar donde se situó en 1694, año de su talla, pero nunca en el Museo Arqueológico, ya que por razones obvias no es una pieza arqueológica y, por tanto, no es el lugar más adecuado para exponerla. Eso sí, como depósito del Ayuntamiento, que es su titular y debe seguir siéndolo.

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