Annie estaba en los huesos y tenía los cascos destrozados pero ahora tiene una segunda oportunidad gracias al Centro de Rescate Equino de Rojales
Las protectoras de animales de España denuncian cada año el incremento del abandono masivo de perros y gatos. Sin embargo, no son las únicas especies que sufren vejaciones a manos del hombre; no son los únicos animales que, en nuestro país, soportan el olvido y el maltrato.
La labor del refugio ‘Easy Horse Care Rescue Centre’ ubicado en Rojales da visibilidad a otro gran drama social, el drama equino. Burros, ponis y caballos son rescatados en las peores condiciones: solos, con los músculos atrofiados, sucios, raquíticos o encerrados. Es el caso de Annie, el poni blanco del que hoy os hablamos.
La Policía Local de Almoradí se puso en contacto con Sue y Rod – los dos británicos que lo dejaron todo y montaron este refugio equino – para alertar de la mala situación de un poni hembra en los alrededores de la localidad. El animal se encontraba en un lamentable estado, con visibles signos de desnutrición por haberse alimentado, seguramente, a base de pan y desperdicios durante mucho tiempo. La veterinaria del ‘Easy Horse’ determinó que Annie – así la bautizaron – tenía entre 15 y 20 años de vida, sin que se pudiera indicar cuántos llevaba en tan malas condiciones.
Annie estaba en los huesos y tenía los cascos destrozados. En concreto, tenía laminitis, que es una de las enfermedades más dolorosas que puede sufrir un equino. Afecta a la unión de los cascos y el hueso y eso produce graves dificultades para moverse y caminar, además de un malestar insoportable. Las pezuñas de este poni estaban tan deformadas (no fueron recortadas en 10 años) que el herrador de la finca tuvo que usar una sierra antes de poder trabajar sobre ellas con normalidad.
El comercio de ponis suele estar destinado a las atracciones de feria -aunque, afortunadamente, es una práctica que se está prohibiendo ya en algunas regiones como la Comunidad Valenciana o Sevilla- pero, en este caso, los miembros del centro creen que Annie pudo ser utilizada para la «cría indiscriminada» y desechada después, ya que se han visto varios casos como similares en el complejo.
Tras muchos cuidados intensivos, Annie está feliz y ha conseguido recuperar gran parte de su calidad de vida: tiene venografías periódicas para determinar si mejora la irrigación sanguínea en sus cascos. No puede andar mucho pero ya no sufre y disfruta de sus días paseando con Fudge, otro poni que tiene discapacidad en las patas traseras y que se ha convertido en su leal novio y amigo.
Deja tu comentario