Mateo Marco Amorós / A cara descubierta
Joaquín Marín / Fotografía
Sirvan estas letras como homenaje a mis amigos de la radio. Por su buen hacer profesional, por su calidad humana y por su generosa querencia a mis cosas.
El treinta de octubre de 1938, víspera de Halloween, a partir de las ocho de la tarde, en los estudios de radio de la CBS de Nueva York, un joven de veintitrés años, Orson Welles, y la compañía de teatro Mercury retransmiten una adaptación radiofónica de «La guerra de los mundos» de Herbert George Wells. La dramatización –Welles radiando a Wells– resulta tan real que provoca una oleada de pánico en Estados Unidos. «Señoras y señores, interrumpimos nuestro programa de baile para comunicarles una noticia de último minuto procedente de la agencia Intercontinental Radio. El profesor Farrel del Observatorio de Mount Jennings de Chicago reporta que se ha observado en el planeta Marte algunas explosiones que se dirigen a la Tierra con enorme rapidez… Continuaremos informando…» Así comenzó a sembrarse la inquietud.
El programa, cincuenta y nueve minutos, fue pesadilla para muchos. No hay acuerdo sobre cuántas personas sufrieron la recreación como realidad. Fueran los que fueran marcó un hito en la historia de la radio. Escuchando, muchos sintieron que extraterrestres destruían la tierra. Todo, mediante la fuerza de la palabra y efectos especiales. A través de las ondas, desenroscar la tapa de un tarro dentro de la taza de un váter era abrirse una nave marciana. Una amenaza letal. ¡La invasión extraterrestre! La emisión confirmó el poder de la radio al tiempo que catapultó la historia del cine al catapultar la fama de Welles.
Hablando de cine, a mediados de los cincuenta Tom Donovan realizó un documental sobre el hecho titulado «La noche que América se estremeció». En 1975, Joseph Sargent dirigió una película titulada «La noche que aterrorizó a América» donde también se recrea el hecho. La película de Sargent termina advirtiendo de la proximidad de una verdadera pesadilla. Porque si Orson Welles y los de Mercury consiguieron por radio contagiar el terror, la verdadera tragedia, sonando la voz de Hitler, estaba viniendo y por venir.
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