Bardomeras y Meandros / Mateo Marco Amorós
Ilustración / Joaquín Marín
¡La España foronda! Permítasenos y admitamos «foronda» como calificativo derivado de la propuesta realizada por el economista ilustrado Valentín Tadeo de Foronda y González de Echavarri a principios del siglo XIX, cuando se debatía un proyecto de Constitución para España. Propuesta que conocemos por José Antonio Maravall en el artículo «El mito de la ‘tradición’ en el constitucionalismo español» («Cuadernos Hispanoamericanos», Madrid noviembre-diciembre 1977, 329-330. Dedicado a Francisco Ayala). José Álvarez Junco lo cita en «Mater dolorosa. La idea de España en el siglo XIX», si bien diciendo Agustín de Foronda por Valentín de Foronda.
La propuesta del ilustrado Valentín está relacionada con la discusión sobre la estructura territorial de España, cuestión encallada entre quienes para la nación pretenden unión y uniformidad frente a los que defienden unión y heterogeneidad. Y derivado de ello una administración más o menos centralizada, autónoma o federal. Discusión que por otro lado ha sobrevenido en posturas más radicales que renunciando a la unidad defienden independencias.
Valentín de Foronda, haciendo tabla rasa del pasado histórico de fueros y mercedes concedidos a lo largo de los siglos por los monarcas a los territorios que conformaban España –o las Españas–, propuso que la futura Constitución debía suprimir «todos los privilegios de provincias, ciudades, pues todas son españolas». Que ninguna debía tener ventajas que no lograra otra. Esto tras declarar que «dividiría la España en 18 secciones cuadradas, que se nombraran número 1, número 2, etc…» y que eliminaría «los nombres de Vizcaya, Andalucía, etc., como origen de disputas crueles, pueriles y funestas, pues los españoles deben ser todos unos». Así la España foronda. Una España de escuadra y cartabón. Dividida artificialmente en cuadrados uniformes en sus dimensiones. Pero de imposible analogía por la variada geografía entre los espacios acotados. Por no entrar en la diversidad cultural de sus habitantes.
Cuando en África, al margen de tribus, se trazaron fronteras políticas en función de los intereses de los colonizadores, salió lo que salió. Estallando cuando las independencias de tantas ilusiones como sinsabores. Si la intención del ilustrado Foronda era la racionalidad para garantizar la igualdad, no sé si la mejor solución estaría en suprimir toda frontera. Imagino.
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