Carlos Bernabé
Concejal de Cambiemos Orihuela
Inevitablemente, las mociones de censura acordadas por PSOE, Ciudadanos y Podemos en la vecina Región de Murcia —frustrada la realizada al gobierno autonómico y consumada la del Ayuntamiento de la capital murciana— resonaron en Orihuela. Así, la pregunta de si era posible y deseable un cambio de Gobierno en nuestro municipio se vio amplificada por la investigación judicial al alcalde, el Sr. Bascuñana, denunciado por la fiscalía anticorrupción a raíz de los presuntos cobros irregulares a costa de la sanidad pública valenciana durante 6 años. Esto obliga, sin embargo, a analizar el “factor C’s” en nuestra localidad, socio y sostén necesario del Partido Popular.
Que en Orihuela, el socio de gobierno preferente —el único realmente deseado, de hecho— para C’s ha sido el PP, es una realidad bastante palmaria. Así lo evidencian diversos hitos: en 2013, el entonces concejal de Centro Liberal Renovador y posterior portavoz de C’s en el Ayuntamiento, Juan Ignacio López-Bas, firmó una moción de censura (fallida por motivos técnico-jurídicos) con el PP para desalojar al alcalde de Los Verdes, Monserrate Guillén; en el pleno de investidura de 2015, C’s tendía la mano al PP, con quien tardó pocas semanas en firmar un acuerdo de gobernabilidad que, en pocos meses, devendría en coalición de gobierno; en 2018, C’s bloqueó una moción de censura secundada por PSOE y Cambiemos Orihuela; asimismo, tras las elecciones de 2019, los naranjas reeditaron una coalición con el PP que hoy sigue vigente; finalmente, en el último Pleno municipal, el partido de la “regeneración”, fue incapaz de pedir la dimisión del alcalde de Orihuela, contraviniendo así las exigencias que sí aplican en otros territorios y coaliciones de gobierno.
Insisto, que para C’s la única opción real para buscar acuerdos de gobierno en Orihuela siempre fue el PP, es un hecho claro. Muy a pesar de algunos “egregios” tertulianos que confunden sus fantasías con la realidad y que hacen de la rumorología barata fuente de “análisis” políticos de escaso valor. Pero este es, me temo, otro problema que no es objeto de este artículo.
La cuestión es que esa afinidad entre C’s y PP no se explica sólo por la proximidad ideológica que, a escala estatal, tienen estas formaciones (hasta el punto de que ambas se muestran más cómodas con/en la extrema derecha que con fuerzas progresistas). En Orihuela, esta ligazón tiene, también y sobre todo, causas estrictamente locales.
Un factor central es la descarada debilidad negociadora del Sr. Bascuñana frente a C’s. Algo que, intuyo, tal vez escueza incluso entre sectores del propio PP. En lo que respecta a las cuotas de poder interno y capacidad de marcar el ritmo del Gobierno Local, la pasada legislatura, con 3 concejales, C’s parecía tener 6 y, desde 2019, con 5 parece tener 10. Por eso C’s no sólo prefiere gobernar en coalición con el PP en tanto que partido, sino que le resulta más cómodo perpetuar al Sr. Bascuñana como alcalde. Si a la falta de cintura del primer edil para gestionar un gobierno de coalición, se le añade la debilidad derivada de su situación judicial, el resultado es un escenario que permite a los naranjas condicionar, aún más si cabe, los ritmos de alcaldía. C’s podría así allanar el terreno para su agenda en áreas tan sensibles como personal y recursos humanos, donde destaca la famosa relación de puestos de trabajo, un instrumento que, según la forma que adopte, bien puede servir para dar respuesta tanto a las penurias que sufre buena parte del funcionariado como a algunas ineficiencias que lastran al Ayuntamiento o que, por contra, puede ser la herramienta con que promover ciertos privilegios y cortijos internos; urbanismo, donde C’s, igual que el PP, parece no tener otro plan que priorizar y proteger los intereses de grandes promotores y señoritos del ladrillo; o infraestructuras, un área que mueve enormes recursos de contratación pública con todo lo que ello supone.
En relación con lo anterior, en lo que respecta al “proyecto de municipio” o, dicho de otro modo, a las líneas maestras que se proponen para Orihuela, tampoco hay diferencias sustantivas entre Partido Popular y C’s. Ciertamente, sería injusto obviar que, en nuestro municipio, Ciudadanos, y singularmente Mar Ezcurra, ha mostrado una enorme sensibilidad con cuestiones culturales ligadas a la igualdad, la diversidad sexo-afectiva o incluso la memoria democrática (hasta el punto de alejarse, dignamente, de la línea estatal de su partido). Pero todo ello es perfectamente compatible con compartir con el PP el mismo modelo de urbanismo salvaje y depredador, de privatizaciones al servicio de grandes empresas, de subordinación del territorio a intereses privados, consolidación de ciertas formas de clientelismo político —dentro y fuera del Ayuntamiento— o precarización de servicios públicos. De hecho, si uno rastrea los conflictos habidos entre los socios de gobierno en Orihuela (bloqueos en el área de personal, falta de presupuestos, problemas en urbanismo contratación o empresas públicas municipales….etc.) el denominador común a todos ellos es el reparto de cuotas de poder dentro del Ayuntamiento, no una disensión política sobre qué hacer con ese poder.
Sin embargo, el problema a que se enfrenta C’s es que, la misma estrategia que les da poder hoy, puede contribuir a asfixiarlos mañana. Si bien es cierto que estabilizar al Sr. Bascuñana en una posición de debilidad puede amplificar su margen de maniobra, no lo es menos que corren el riesgo de actuar, al mismo tiempo, como una suerte de flotador político para el PP y que, gracias a ello, éste pueda estrechar el espacio electoral de los naranjas y prescindir de ellos en el futuro. Por pura herencia, el PP todavía mantiene un remanente electoral heredado y un peso político —reducido durante los últimos años pero aún importante— muy superior al de C’s en el municipio. Dicho de otro modo: si C’s aplica una mirada cortoplacista y centrada en el “beneficio inmediato”, le interesa sostener al PP en general y al acalde en particular; pero si pone luces largas y estratégicas, está claro que necesita, cuando menos, explorar alternativas: desde aumentar la presión sobre sus socios y dejar caer al alcalde hasta corregir su rumbo político y explorar una alternativa con otras fuerzas, aunque ello implique renegociar a la baja sus cuotas de poder en el municipio.
Obviamente, esa encrucijada de C’s trasladaría, a su vez, un incómodo debate al espacio político progresista y transformador de Orihuela, singularmente a Cambiemos. Nuestras diferencias políticas e ideológicas con C’s son tan conocidas como, en algunos aspectos, abismales. Sería de todo punto ingenuo pensar que una simple moción de censura habría permitido abordar los retos estructurales de nuestro municipio. Como ingenuo sería sobredimensionar la capacidad de controlar a un gobierno con sólo tres representantes en un Pleno conformado por veinticinco concejalas y concejales. En cualquier caso, es evidente que esa opción, con todas sus ambivalencias y contradicciones, es inviable toda vez que C’s y, sobre todo, sus impulsores externos, han clarificado sus prioridades: sostener al alcalde para seguir controlándolo y, quizá, allanar el terreno para aumentar su margen de control sobre el PP hasta el punto de poder prescindir de la marca naranja.
Orihuela necesita avanzar hacia un modelo de desarrollo verdaderamente justo, inclusivo y sostenible, que proteja nuestra expoliada riqueza común y recupere nuestra autoestima política como municipio. Una Orihuela en la que tampoco quepan Gobiernos manchados por las redes clientelares de los partidos que, todavía hoy, gestionan nuestro Ayuntamiento como un cortijo privado. Retos que no pueden ser cabal ni completamente abordados sin una mayoría política amplia de tipo progresista y transformador. Mayoría que todavía no existe pero que, con aciertos y errores, estamos tratando de construir. Porque esa Orihuela por construir, es incompatible con su actual Gobierno.
Deja tu comentario