La cofradía del Perdón deslumbra en la tarde del Martes Santo de Orihuela

Publicidad

El recientemente restaurado trono de la Verónica fue objeto de todas las miradas y flashes

La Cofradía del Perdón deslumbró en su procesión vespertina del Martes Santo oriolano. La agrupación pasional, una de las más numerosas de la capital de la Vega Baja, tomó las calles y ofreció una procesión magnánima.

Abrió el cortejo la cruz guía, acompañada por los sones del tercio de tambores y de cuatro bocinas. Elementos musicales que ya el año pasado tomaron parte del desfile tras la reorganización de las procesiones. Tras ellos, un numeroso pelotón infantil inundó las calles de Orihuela.

Los heraldos del Perdón, vestidos con los escudos y colores de cada uno de los cuatro tercios de la cofradía, dieron paso al tercio de Nuestro Padre Jesús de la Caída, obra del insigne escultor Francisco Salzillo, realizado en 1754. Un paso en el que la imagen del Cristo va acompañada de las figuras de un sayón, de un soldado romano y del Cirineo, imágenes de Felipe Farinós, del año 1859. La escena queda configurada sobre un trono de plata, realizado en los talleres del orfebre valenciano Orrico. El paso fue escoltado por la Sociedad Compañía de Armaos – Centuria Romana de Nuestro Padre Jesús.

Seguidamente, y precedido por un nuevo pelotón infantil, llegó uno de los momentos más esperados de la tarde: el tercio de La Verónica. Tras su reciente restauración, llevada a cabo por la orfebrería Orovio, de Ciudad Real, el trono superó la prueba de fuego y fue objeto de todas las miradas y objetivo de todas las cámaras. Su nueva iluminación verde, color característico del tercio, unido a una excelsa decoración floral, hizo que este estreno fuera un éxito rotundo.

Posteriormente, se pudo observar el tercio del Calvario, de carácter penitencial, uno de los más emocionantes de la Semana Santa oriolana. Esta imagen, realizada en 1942 por Enrique Galarza, es portada por decenas de costaleros y representa el Calvario, donde Cristo fue crucificado, escoltado por dos cruces, vacías, que representan al buen y al mal ladrón.

Tras un nuevo pelotón infantil, cerró el cortejo procesional el tercio de María Santísima del Perdón, obra de Quintín de Torre, del año 1952. Un paso donde el rojo y el dorado, color este último característico del tercio, reinan sobre la decoración sencilla de una imagen que representa a una madre doliente que sigue a su hijo, crucificado en el Calvario, sufriendo por el castigo inmerecido que, sin embargo, redimirá a la humanidad.

Puedes ver la procesión completa aquí:

Sé el primero en comentar

Deja tu comentario

Tu dirección de correo no será publicada.


*