La ciudad deportiva vista por Rosa

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Miguel Ángel Robles Martínez

Paseábamos por Andorra cerca de Caldea, el gigantesco balneario que culmina muchos viajes de esquí, cuando nos encontramos unas preciosas pistas de baloncesto 3×3 y un parque de skate chulísimo, que diría Yoli. Tras preguntarse algunos por qué Orihuela no tiene esas cosas (las pistas, no Caldea), salió la Ciudad Deportiva y tras explicar su previsible ubicación Rosa, contrariada, exclamó: ¡allí tan lejos! Ella es uno de los seguros usuarios y el prototipo de persona al que se dirige preferentemente la infraestructura. Allí tan lejos, pues sí Rosa, allí.

Desde que me echaron de mis funciones como concejal de deportes, medio ambiente y cultura, entre otras cosas por presentar la Ciudad Deportiva y su financiación, vengo advirtiendo de que cada metro que alejemos la instalación del centro es un niño menos que la usa. Y Rosa me lo corrobora. La que yo presenté estaba ubicada en lo que hoy es OCIOPÍA, es decir, cumplía la que a mí entender es la primera condición para que sea realmente un espacio de uso social accesible y vertebrador: la cercanía. Hacer lo que sea, pero hacer algo, en dónde sea, teoría defendida con buena intención por muchos, es tirar el dinero y apostar por el fracaso. Un niño/adolescente debe poder ir a los espacios deportivos sin compañía de adultos cuanto más pronto mejor, y donde se ha previsto la actual, pasada la vía del tren y la circunvalación sur de la ciudad, es muy lejos. ¿Cuántos padres y desde qué edad están dispuestos a dejar a sus hijos ir solos en invierno a partir de las seis de la tarde? ¿Para cuántos niños/adolescentes será una opción de ocio natural acercarse hasta la ciudad deportiva estando tan alejada? ¿Cuando jueguen un partido las infantiles del Oribasket, cuánta gente irá a verlas? Empecemos a pensar con criterios de funcionalidad, utilidad y servicio público y dejemos las grandilocuencias para otras ocasiones.

El ayuntamiento de Orihuela cuenta con buenos técnicos y malas instalaciones, posiblemente seamos el municipio de España de más de 50.000 habitantes peor dotado de infraestructuras deportivas. ¿Se ha preguntado a esos técnicos de modo abierto y sincero qué necesita Orihuela y su municipio o se ha dirigido su trabajo hacia una solución política? Lo primero que cabe preguntarse es si, verdaderamente, se necesita esa ciudad deportiva o caben soluciones parciales que optimicen los equipamientos actuales. También sería importante saber qué objetivos se pretenden y qué modelo se deriva de ellos. Y no estaría mal conocer el criterio de planificación en función del futuro previsto para el desarrollo urbanístico de la ciudad. Muchos ya se ilusionan previendo una ampliación al sur de la ciudad como si esta dotación deportiva fuese un hito que actuase como motor de expansión.

Yo planteo dudas que deben responderse para tener una actuación responsable y útil. Las instalaciones deportivas del IES Tháder que nos han construido tras su ampliación son un buen ejemplo de dinero derrochado, diseño equivocado y absoluta falta de conocimiento de las necesidades que tiene un centro educativo, así como de total desconexión con la realidad del resto del municipio. A nadie le ha importado, ni al gobierno ni a la oposición, por eso lo que emana de estos es, en principio, sospechoso  de ineficaz, innecesario y mal concebido.

¿De verdad necesitamos ahora una ciudad deportiva? ¿La ubicación elegida es la adecuada? ¿Qué se va a hacer con las instalaciones existentes? ¿Se pretende expandir la ciudad hacia la huerta más allá de las vías del tren? ¿Qué solución le vamos a dar a la margen izquierda del río, donde se encuentran los elementos más singulares de la ciudad rodeados de barrios pauperizados, casas en ruinas, okupas, viviendas abandonadas, si seguimos promoviendo su abandono? La ciudad es un todo y no se puede planificar, si es que esto es planificación, sin contar con su repercusión sobre el resto. La equipación deportiva de la que hablamos condiciona todo lo demás: acentuar el abandono del casco antiguo, ahora sólo viejo, establecer flujos de transporte nuevos, eliminar o no usuarios de otras zonas deportivas como el Palmeral, dar por acabado o no el campo de Los Arcos, que bien rediseñado podría ser un verdadero referente en la Orihuela del futuro y su apuesta por el deporte base. Son estas cuestiones a tener en cuenta. Y todo eso contra el criterio de los deportistas más jóvenes, nuestros principales beneficiarios o damnificados. Sí, allí tan lejos.

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