Si hay algo que ningún ciudadano de Orihuela ha cuestionado ni cuestiona a fecha de hoy es la excelencia en la gestión cultural del PSOE ORIOLANO durante la legislatura anterior.
La gestión de las concejalas de cultura Ana Mas y Rosa Martínez han pasado a la historia como la mejor etapa de dinamísmo en la cultura y de eficiente gestión de los recursos públicos. Con la mitad de presupuesto de lo habitual, se triplicaron las actividades de toda índole. Y sobre todo, se instauraron hitos como la Primavera Hernandiana, los Murales de San Isidro, Mercadearte, el programa Platea, el Cinefórum, la edición de numerosos libros sobre patrimonio, la apertura de la primera biblioteca municipal, la recuperación del archivo histórico…y así hasta aburrirles.
La prueba de ello es que el actual equipo de gobierno, que ha protagonizado el insólito hecho de tener ¡dos concejalas de cultura! (la oficial, del PP y la concejala B, de Ciudadanos) en una extraña simbiosis de mediocre incompetencia, han sido incapaces de hacer nada distinto de los proyectos iniciados por las concejalas socialistas. Ni un proyecto nuevo, ni una iniciativa, ¡ni una! después de un año de mandato a pesar del 2×1 que dirige el área. Eso sí, el PP necesita dos concejalas de cultura, dos sueldos, dos presencias dolientes a las que no les queda más remedio que huir del espejo de sus antecesoras.
Mueve a la piedad intelectual verles protagonizar ruedas de prensa en las que se presentan eventos que otras imaginaron, proyectaron y ejecutaron. Verles presentando el repintado (si, el repintado, ¡no han dado para más!) de los Murales de San Isidro en la primavera Hernandiana, o el Mercadearte (con la mitad de puestos de años anteriores) obliga a no juzgarles duramente porque sus cabizbajas miradas desvelan que han hecho lo que han podido y no podían mucho más.
Quizá sea eso, solo eso y nada más, lo que hay detrás de las calumnias del alcalde sobre las irregularidades económicas en la gestión de la empresa pública ORIHUELA CULTURAL que dirigió el PSOE la pasada legislatura. Quizá sea eso y no otra cosa la causa de que el alcalde escupiera calumnias tan increíbles como la existencia de cajas B, falta de dinero y otras barbaridades que, desde luego, en este país, solo conocemos de Bárcenas y la caterva valenciana de su partido. Quizá sea porque piensa el ladrón que todos son de su condición.
Debo confesarles que no acabo de saber la causa de tanta saña, tanta calumnia y tanta torpeza. Pero si sé, que los juzgados están para denunciar delitos y calumnias, cosa que él no ha hecho y sí hemos hecho nosotros. Mientras tanto, me quedo con la versión piadosa: frente a la estulta mediocridad es la mejor receta.
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